★ ★ ½
Por Arturo Garibay

Gretel & Hansel de Oz Perkins echa sus migajas de caramelo visual para que las sigamos hasta el cubil de la bruja. Esta cinta de horror es, efectivamente, una experiencia que tiene como principal atributo su propuesta plástica, cuidada en cada milímetro, anacrónica y contundente. Sin embargo, su mayor logro es también su lastre, pues al final de la experiencia el trabajo visual es todo lo que retenemos, todo con lo que nos quedamos.

Sophia Lillis in Gretel & Hansel (2020)

Enclavada (al menos en intenciones artísticas) dentro de esta corriente tan de moda que nos ha dado por llamar elevated horror, a la que pertenecen cintas como las recientes El faro o Midsummer, esta flamante lectura del relato de los hermanos Grimm tiende sus brazos hacia el virtuosismo visual pero olvidándose de algo fundamental: el cine también es narrativa, es relato. En la película hay una semilla de ello, un rastro de lo que se quiso hacer con los personajes y su circunstancia, pero todo fue engullido por las fulminantes pisadas de la puesta en cámara, la cinefotografía y la dirección de arte.

Al menos una propuesta había, lo reconozco. Gretel & Hansel hace de verdad un esfuerzo por circunscribirse al mentado elevated horror. Pero no, no todo dentro de esta (¿)micro corriente estilística(?) habrá de trascender como obra rotunda.

El trabajo de la cámara y la luz nos empuja a un preciosismo del desasosiego, una cosa muy chula. Lo que vemos en pantalla nos lanza una batalla entre el impresionismo y el expresionismo cinematográfico aterrizados a una estética casi hípster. Como experimento está bien. ¿Da eso para enganchar al gran público? Porque el problema aquí es que Gretel & Hansel parece sufrir de un desdoblamiento de personalidad: primero, como que quiere darnos un relato que sea atractivo para el gran público, como que quiere ser algo en el entorno comercial; pero, en contraste, también quiere ser muy autoral, muy de avanzada.

En el caldero de la bruja, tal mezcla no logra cuajar para este largometraje en concreto. El resultado es tan delicioso como tóxico. Dicho esto, no creo que sea una película que vaya a dejar contentos a todos los espectadores. Gretel & Hansel es una suerte de película de nicho, que apelará a los estetas o a los incondicionales de todo lo que tenga el tufillo del elevated horror.

El guion tiene algunas buenas ocurrencias e ideas sobre la forma en que se aborda el relato clásico de estos hermanos que se pierden en el bosque y que caen en manos de una bruja antropófoga. Pero también tiene problemas, particularmente en los diálogos. Los peores quizás sean los del personaje de Hansel, un niño con diálogos imposibles, de esas líneas que suenan falsas y artificiosas en la boca de un pequeño. Y mira que el niño está bastante bien, solo que es absurdo pensar que un niño pueda articular diálogos así, de esa manera. Hay una ingenuidad ceremoniosa que no encaja con el resto del personaje, casi teatral. Mejor hubiese sido un Hansel silente.

Mención aparte merece Sophia Lillis, quien hace el papel del Gretel. Esta chica a la que hemos visto ya en la reciente bilogía It y la serie Sharp Objects tiene madera para convertirse en una de las mejores actrices de su generación. Lo que logra es magnético. Ella es el único de los elementos dramáticos de la película que consigue hacerse notar por encima de todo el trabajo plástico. Es una actriz con la capacidad de llenar la pantalla.

En fin, nos quedamos con la fotografía y el arte onda “museo de arte contemporáneo” y la actuación de Lillis. Pero eso no basta para que Gretel & Hansel sea una película fulminante. Eso sí, agradezco que la apuesta haya estado más orientada al horror atmosférico que al jumpscare fácil. La película logra, así, una identidad propia. Lástima de los problemas de guion. Pero si te gustan las películas con una propuesta primordialmente visual valdría la pena que le echaras un ojo.

Te apuesto que al encenderse las luces habrá en el cine opiniones encontradas.