★ ★ ★ ½ | Por Arturo Garibay

A veces siento que, como críticos, le agarramos una tirria desbordada a los crowd pleasers, esas películas que están hechas para dejar contento al gran público. Pues sí, muchas son malas, anquilosadas, de flojera. Pero también hay algunas que se disfrutan muchísimo. Y ese es el caso de la bonita, entretenida, melodramática y dulce película Uncle Frank. Para una cinta de su corte, escribir con un exceso de adjetivos en la ruta correcta.

Beth es una chica de un pequeño pueblo de Carolina del Sur, criada en una familia conservadora. De entre toda su parentela, su favorito es el tío Frank, un hombre interesante, culto y que se mudó a Nueva York hace muchos años. Beth piensa que Frank es genial y no entiende por qué su abuelo aprovecha cada oportunidad para hacerlo sentir poca cosa o desestimarlo.

Uncle Frank es una historia de familia que se presenta como un melodrama de autorreconocimiento, de maduración y hasta como película de carretera (aunque solo sea un poquito). En la historia, Beth descubre que su tío es gay. Ese es el gran secreto. Es la década de 1970, los tabúes todavía son muchos. Las circunstancias hacen que Beth, Frank y Wally (el novio de Frank) tengan que subir a un coche para hacer un viaje imprevisto. Es así que Beth es testigo del tortuoso camino que Frank deberá recorrer para poder ser quien es y sobreponerse al desprecio paterno.

Actúada con mucho melodrama pero sin caer en lo chocante, con una buena uniformidad tonal (que luego el melodrama puede ser muy abigarrado), Uncle Frank es protagonizada por un elenco muy agradable: Paul Bettany, Sophia Lillis y Peter Macdissi son la tríada estelar, acompañados por nombres como Judy Greer, Steve Zahn, Margo Martindale y Stephen Root.

Ciertamente, Uncle Frank tiene sus detalles en términos de realización. Pensemos por ejemplo en su trabajo de guion y en la escritura de personajes: la película arranca como si contase la historia de Beth, pero va olvidándose gradualmente del personaje para terminar por contarnos la historia de Frank, con la chica convertida en un catalizador crucial para el personaje de Bettany, ya no como el epicentro de la trama. Beth asume, pues, un papel de narradora-observadora de lo que ocurre en su familia. No se ahonda en su proceso transformativo. Y la película parece prometer eso en su arranque. En fin, que en términos de guion no es el trabajo más fino del hombre que ganó el Oscar por haber escrito Belleza Americana (1999).

Lo que sí es innegable es que Uncle Frank hace conexión con los espectadores: la película se disfruta mucho gracias al trabajo de Paul Bettany como el personaje principal. El ritmo es sumamente fluido, la película se va como el agua, cuando menos lo piensas ya ha terminado. Y los momentos lacrimógenos están bien facturados, colocados casi maquiavélicamente para que el espectador ceda ante ellos, pero sin timar al público. A final de cuentas, todos nos hemos sentido devaluados ante alguna mirada ajena. En el caso de Frank, es la mirada de su padre que lo desprecia por ser homosexual. Pero el mismo escenario puede replicarse por no ser suficiente bueno en la escuela o en los deportes o en lo que sea. Porque la película habla sobre cómo dejamos que las impresiones ajenas nos definan y nos impidan ser quiénes somos.

En fin, si tienes oportunidad, dale play a Uncle Frank. Es una experiencia que se disfruta bastante. Ball y su equipo consiguen un melodrama muy ligero y accesible. Puede que el director haya tomado el camino fácil, pero Frank no.


Uncle Frank ya está disponible en Amazon Prime Video.