★★½
Por Arturo Garibay

EDWARD NORTON no había dirigido una película desde su ópera prima, DIVINAS TENTACIONES (KEEPING THE FAITH), filmada en 1999 y estrenada en 2000. Han pasado veinte años, tiempo suficiente para que el actor tres veces nominado al Oscar se envalentone y vuelva a dirigir. Pero la distancia entre su debut como realizador y su nuevo opus, HUÉRFANOS DE BROOKLYN (MOTHERLESS BROOKLYN) no es solo cronológica. También es tonal y discursiva.

HUÉRFANOS DE BROOKLYN cuenta la historia de Lionel (Ed Norton), también conocido como “Brooklyn”, un hombre con memoria fotográfica, que creció en un orfanato y que ahora trabaja en una agencia de detectives. Corre la década de 1950. Cuando su mentor, jefe y amigo Frank Minna (BRUCE WILLIS) es asesinado, Lionel inicia una accidentada investigación que le develará un caso de corrupción en Nueva York… y mucho más. Además, para Lionel, su trayecto rumbo a descubrir quién mató a Frank será particularmente empedrado, pues padece de síndrome de Tourette.

El segundo opus de Norton como director es una cinta de claroscuros, no solo en su tono, o en su estética, o su trama, también en su ejecución narrativa.

Las atmósferas, el espíritu “noir” que priva en la película, la música incidental y el jazz de tugurio figuran entre los grandes logros de una cinta que, sin embargo, es irregular en su ritmo, se siente distendida innecesariamente, y va soltando y recuperando la atención del espectador de forma intermitente. Si bien se siente que Norton conoce el material con el que está trabajando, hay un velo invisible que no deja que uno se adentre del todo. Algo que se me ocurre es que, tal vez, se trata de una película de autoconsumo, demasiado local. Otra cosa es que el problema puede que esté en la secuencia incial, que para mi gusto es algo confusa.

Volviendo a las virtudes del filme, el trabajo del elenco (y de dirección de actores) es llamativo. Norton, siendo actor, vuelve a lograr cosas interesantes con sus actores, pues consigue una cohesión interpretativa muy interesante. Eso sin contar el tamaño de elenco que ha reunido para la cinta: Bruce Willis, ALEC BALDWIN, GUGU MBATHA-RAW, WILLEM DAFOE, BOBBY CANNAVALE, LESLIE MANN y CHERRY JONES, entre otros.

HUÉRFANOS DE BROOKLYN es una cinta de investigación e intriga que se va tornando en una pieza con un discurso político y social. ¿Llega a cuajar del todo? No lo sé, no me lo parece, pero se acerca a formular preguntas interesantes sobre el poder, la naturaleza de la corrupción y el discurso de autopercepción de quienes se sienten intocables. En ese sentido, este trayecto a medio andar me recordó la ya citada DIVINAS TENTACIONES del propio Norton, una comedia romántica donde se filtran preguntas o reflexiones sobre el papel de la fe y la religión en la vida cotidiana de la gente, pero sin demasiado estridencia. Norton no tiene pinta de ser timorato, así que quizá sea de los que prefieren acercar el tema y dejar que sea el propio espectador quien termine por desarrollarlo y afrontarlo.

Otra característica loable de HUÉRFANOS DE BROOKLYN es que en su relato encontramos dos distintas formas de orfandad: primero, la de un grupo de personajes desarticulados respecto a su propia genealogía y que crean lazos paternos o maternos (según el caso) a su propio modo; y segundo, la de un grupo de ciudadanos que parecen padecer las inclemencias de una corrupción que podría despojarlos de sus hogares y, por tanto, del cobijo de la madre, que es la ciudad. Pero evitaré el ‘spolier’ y no ahondaré en esto en particular.

Interesante también es la cinefotografía del nominado al Oscar DICK POPE, un artista de la lente que ya había podido filmar a Norton previamente en la película EL ILUSIONISTA (THE ILLUSIONIST). En ese sentido, hay una relación clara entre cineasta y fotógrafo dentro del filme.
No olvidemos que Norton es director, escritor, productor y estrella de HUÉRFANOS DE BROOKLYN. De aquí me nace una pregunta, por pura curiosidad. ¿Cómo sería una película de Ed Norton donde el actor decidiese no apersonarse frente a la cámara, donde Norton simplemente se quedase en la silla del director?

Yo vería eso, claro que sí.