★ ★ ★ | Por Harvey Grace

Mort Rifkin (Wallace Shawn) es un escritor frustrado y profesor de cine que viaja al Festival de Cine de San Sebastián con su esposa, Sue (Gina Gershon), quien trabaja como publicista de los cineastas. A pesar de ser un cinéfilo recalcitrante, Mort mira el viaje a San Sebastián con suspicacia. Ha notado que Sue mira con cierta fascinación a uno de sus clientes: el pretencioso y mediático director Philippe (Louis Garrel).

El ya citado triángulo se convierte en el punto de arranque de RIFKIN’S FESTIVAL, la comedia de Woody Allen filmada en el contexto del certamen fílmico más importante de España y uno de los eventos de referencia en el mundo entero. El escenario sirve como excusa para presentarnos a Mort —un personaje alleniano por excelencia— mientras descrifra el significado y las consecuencias de una infidelidad potencial.

Al modo de las películas de Allen, Mort comienza a analizarse, a buscar reflejos en los otros, a buscar un nuevo objeto de afecto y, sobre todo, a soñarse a sí mismo como partícipe del lenguaje cinematográfico de los grandes autores: Truffaut, Godard, Buñuel y Bergman. Solo en su cinefilia recalcitrante, Mort encuentra consuelo o, de menos, los elementos para formularse las preguntas correctas. Dios lo salve del cine frívolo y superficial de “casi-amante” de su mujer.,

RIFKIN’S FESTIVAL no puede negar su origen y naturaleza. Es una película de Woody Allen en toda norma. ¿Una obra menor? Sí. ¿Una obra jugosa? También. Como siempre, es imposible no notar como la psique del controvertido y cancelado cineasta permea en líneas y escenas. El filme habla sobre el cine propio y el ajeno, expone su argumento sobre el talante indomable e impetuoso del artista irrefrenable, reflexiona nsobre el ego y la búsqueda condicionada de la grandeza.

Ciertamente, la experiaencia de viajar a un festival de cine es por demás singular. Para mí, el mundo se vuelve otro cuando estoy en un evento así. Por eso diverte ver a Mort afrontar el efecto transformativo del festival de afuera —con una relación en el ocaso, una pasión incipiente, una cascada hipocondriaca, una doctora atractiva (Elena Anaya) y varios chistes sobre el hábitat fílmico— mientras dentro de su cabeza el corre su propio festival, programado y atestiguado sólo por él.

No es su película más inspirada de cabo a rabo, pero sí es entretenida, cumplidora. Los incondicionales de Woody Allen no deberían dejarla pasar.


RIFKIN’S FESTIVAL es un estreno de Imagem Films. Ya en cines.

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Crítica por Harvey Grace para TOPCINEMA.