★ ★ ★ | Por Arturo Garibay

El tejido de EL PRÓFUGO, la nueva película de Natalia Meta, pasa por los telares del drama interior, el thriller psicólogo, el terror y hasta la ciencia ficción. En ese sentido, es una película intrépida. El afán de búsqueda y confrontación de la cineasta es palpable. A su favor tiene también el ánimo de la realizadora por darle un papel visible —y no solo ambiental— al sonido. Digamos pues que EL PRÓFUGO es una película con concepto, idea, intención… pero con algunos problemas de ejecución. Atmosféricamente, promete someternos, por lo que es una pena que nos resulte más o menos fácil desprendernos, distanciarnos del relato como espectadores.

Una soprano y artista de doblaje sale a una escapada de fin de semana con un hombre al que ha empezado a ver hace poco. Pero los días de romance terminan en tragedia. A partir de ese momento, las realidades —plásticas y sonoras— de Inés (Elena Rivas) comenzarán a acalambrarse o reescribirse o resignificarse, según quiera verse. Una cosa rica del filme es que demanda de la participación del espectador para la consagración del sentido.

Además de Rivas, que se adueña de cada encuadre de EL PRÓFUGO, la cinta nos ofrece un consistente trabajo interpretativo. Cecilia Roth, Daniel Hendler y Nahuel Pérez Biscayart —con esa mirada que transmite emociones completas entre parpadeos— acompañan a Rivas en un trayecto sinuoso, histriónicamente correcto pero narrativamente convulso/confuso, donde la osadía se fusiona con la vaguedad accidental (aunque, lo admito, a la película también se le nota cuando lanza el dardo de la ambigüedad con premeditación).

En fin, pasa entonces que —como ya lo he dicho— la peli nos ofrece un concepto muy atractivo, pero a los tornillos les falta firmeza; es como un caldo con apenas lo justo de sabor. El desasosiego que le hormiguea al lector en el texto original de C.E. Feiling (EL MAL MENOR, que inspira el largometraje de Meta) está diluído o, por lo menos, canalizado en una dirección menos eficaz. ¿A favor? Que sí hay un trabajo de apropiación por parte de Meta y eso es aplaudible.

EL PRÓFUGO es una película polisémica: puede ser sobre la toxicidad en la relación con uno mismo o en la relación con la otredad; puede ser una pieza de liberación, un filme sobre el cautiverio emocional, sobre la imposibilidad de encontrar el entendimiento, sobre los fantasmas que nos atormentan con cada despertar, sobre nuestra capacidad de ser muchas cosas a la vez. Y sobre otras tantas cosas.

La película tiene, pues, un magnetismo errante. EL PRÓFUGO fue elegida por Argentina para buscar la nominación al Oscar como Película Internacional. Entre tanta propuesta potente, obvio que no sucedió. La película es interesante y lúdica, que no rotunda. Me atrevo a pensar, por tanto, que quedará como un divertimento o un ejercicio de visionado cumplidor para el público más picky, más de la onda art house. Los demás piénsense como prófugos que podrían tratar de eludir la pantalla durante la proyección.


EL PRÓFUGO es un estreno de Tulip Pictures. Ya en cines.

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Crítica por Arturo Garibay para TOPCINEMA
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