El filo de tu piel es la novela José Ignacio “Chascas” Valenzuela que cuenta la historia de amor e identidad de Diego, quien se enamora de Ulises. A partir de la memoria, Diego nos lleva a revivir en las páginas aquel romance que termina por ser profundamente revelador respecto a si mismo. Esta novela pronto será adaptada como serie ya que Sony Pictures Television ha adquirido los derechos audiovisuales de la pieza literaria.

En este escenario fue que buscamos al escritor, actualmente sumergido en el proceso de adaptación y en pos de terminar el guion del primer capítulo de la serie. Valenzuela se encuentra explorando su propia novela, exprimiendo de ella todo su valor audiovisual e imaginándola para la pantalla. Un acto creativo interesante y confrontativo, sin duda.

En entrevista con TOPCINEMA, esto es lo que el autor nos contó sobre su libro, los contrastes entre el trabajo literario y audiovisual, así como el acuerdo con Sony Pictures Television.

De entrada, hablemos sobre el amor y cómo el amor —-sin importar si es el amor verdadero o no—- está asociado al descubrimiento de la identidad. En El filo de tu piel, ¿encontramos esta idea del amor como herramienta para encontrar o definir “lo que soy”?

Creo que diste justo en el clavo. La novela es una reflexión sobre la identidad, sobre lo que te hace ser lo que eres. ¿Qué te hace ser quién eres? ¿El país donde naciste, la comida que comes, la ropa que usas, a quién amas, los idiomas que hablas? Eso es a lo que se enfrenta Diego, el protagonista del libro. Trata de responder a esta pregunta a lo largo del relato.

Pensaba en cómo el amor es, por un lado, lo que nosotros vertimos o proyectamos hacia el otro, una especie de ‘somatización’ del deseo; por otro lado, es un acto que tiene una resonancia interna que solemos obviar.

Yo creo que si hubiera que graficar el caso del personaje de Diego, es alguien que al comienzo de la historia está buscando que lo quieran desesperadamente. Pero va a terminar descubriendo que no se quiere mucho él mismo. Y es por ello que va a traicionarse a si mismo un sin fin de veces para tratar de agradar a otros, para que los otros lo quieran. Va a hacer cosas que no quiere hacer. Va a escuchar música que no le gusta, comer lo que no le gusta, va a decir “sí” cuando quiere decir “no”. Todo esto, pensando en ese amor que cree que se merece pero no tiene.
Hay una reflexión que hice después de haber escrito el libro: creo que este personaje debe aprender a quererse a si mismo, porque en esa especie de “autoamor” es donde se sientan las bases de cómo los demás te van a querer a ti. Si no tienes amor personal, ¿cómo sabes lo que te conviene o no te conviene? La dualidad del amor es muy atractivo como tema literario y conflictivo como una realidad.

¿De qué forma es distinto escribir una novela a escribir para cine o televisión? Más allá del formato, ¿se trastorna el acto creativo al escribir una cosa u otra?

Absolutamente, y no solo el acto creativo sino también los temas. La literatura tiene la maravillosa posibilidad de explorar lo que en teoría literaria llamamos “tiempo cosmogónico”. Es decir, en literatura puedes sumergirte en un segundo de una historia y contar durante sesenta páginas ese segundo, ese instante que en la vida real duraría apenas un momento. En la literatura un segundo se puede volver tan eterno, involucrar el pasado y el futuro, y puedo hacer páginas y páginas de un breve pensamiento del personaje. Eso es imposible de hacer en un producto audiovisual. En el cine, tenemos que escribir pensando en que vamos a filmar las acciones de los personajes. En la literatura también las acciones son importantes, pero por encima de ellas están las reflexiones.

En cuanto a los temas, creo que uno se encuentra con temas que, a priori, tú sabes que deben ser narrados desde la reflexión, uno sabe que lo que tiene que hacer con eso es un libro. En cambio, encontrarás relatos donde lo que se privilegia son las acciones de los personajes: con esos temas hay que escribir una película, una serie o una telenovela.

Sé que desde pequeño te ha gustado el cine, ¿crees que tu afinidad por lo cinematográfico ha influido en la forma en que haces literatura… o es al revés?

Mira, es una muy buena pregunta. Es como eso del huevo y la gallina. En mis inicios, yo empecé publicando literatura. Fui alumno de un taller literario. Empecé escribiendo cuentos. Pero al poco tiempo de iniciado mi camino literario también pude empezar a escribir para lo audiovisual. No tengo muy claro cómo me surgen las ideas: ¿de una forma más literaria o audiovisual? Lo que sí tengo claro es que durante una buena cantidad de tiempo no la pasé muy bien porque cuando escribía literatura, el entorno literario me hacia bullying por mi contacto con el entorno audiovisual. Y viceversa. Hasta que llegó un momento en que me dí cuenta que no tenía que sufrir o padecer por mi doble militancia, digamos, sino que podía usar ambas herramientas para generar un estilo. Y eso es lo que he tratado de hacer.

Para mí no hay mejor piropo: “oye, estuve leyendo el libro y fue como estar leyendo una película.” O cuando alguien ve una telenovela mía y dice “me gustó que se sentía muy literaria, muy como de libro”. Yo no creo en la pureza. A mí la pureza me pone muy nervioso. Creo que en las peores etapas de la humanidad se ha tratado de imponer pureza. A mí lo que me gusta son los vasos comunicantes. Me gusta escribir telenovelas usando estructuras literarias; me fascina escribir libros usando estructuras de telenovela. El caso más famoso es el de una trilogía que escribí (La Trilogía del Mal Amor) usando abiertamente estructura telenovelesca. Y funcionó.

Pensando en la sinergia entre lo audiovisual a lo literario dentro de tu estilo de escritura y aterrizándolo a la adaptación de tu propia obra literaria al cine o la televisión. ¿Qué es importante para ti que se preserve al hacer la transición del libro a la pantalla?

Eso es lo que me tiene desvelado desde hace semanas [risas]. Ya antes he hecho adaptaciones de libros de otras personas a la pantalla. Tengo claro que a la hora de cambiar el formato hay muchas cosas “literarias” que no van a servir en el cine, que voy a tener que modificar o adaptar; y hay ciertos recursos cinematográficos que, al usarlos, me pueden llevar a “traicionar” al libro en ciertos momentos. Pero hay algo muy particular que ayuda a hacer la transición: el tono.

Pensando en El filo de tu piel, que es mi novela en proceso de adaptación, tengo claro que el tono es reflexivo, enfocado en la primera persona. En el fondo es un gran pensamiento del protagonista. El filo de tu piel es una historia de amor entre dos hombres. Es una historia que comienza ya terminada: es decir, desde la primera página descubrimos que Diego y Ulises ya no están juntos. Todo el libro es la recreación de lo que fue su romance. El libro transita por un estado casi de ensoñación, no podemos saber si lo que Diego nos cuenta sucedió de verdad, o si es un recuerdo modificado por el tiempo y la tristeza. Eso en el libro funciona muy bien. El reto es trasladarlo a la pantalla. En serio, eso me viene sudando sangre.

Cuéntame los detalles sobre el acuerdo con Sony Pictures Television y que hará posible que veamos una adaptación de El filo de tu piel.

Es bien interesante porque es un acuerdo doble. Primero, Sony interesado en adquirir los derechos audiovisuales del libro. Todo eso conllevó una negociación por parte de mi agente literaria. Nos centramos en eso. Una vez que Sony había adquirido los derechos, se dio a la tarea de buscar al mejor escritor para el trabajo. Y decidieron que iba a ser yo. La verdad es que claro que podía haber sido otra persona, pero ellos optaron porque fuera yo quien me adaptara a mí mismo. Eso implicó una segunda negociación y el acuerdo ya está cerrado. En un par de meses más yo debo entregar el guion del primer capítulo de la serie. Así que aquí estoy, leyendo de nuevo el libro. Porque es un libro que no leía desde 2006. Y de verdad que todo esto ha sido un trabajo que también ha involucrado redescubrimiento. Ya veremos a dónde nos lleva. Ya veremos.


EL FILO DE TU PIEL
José Ignacio Valenzuela
Editorial Suma de Letras
Disponible en formato físico y digital