★ ★ ½ | Por Arturo Garibay
Fue hace casi 30 años cuando Bill (Alex Winter) y Ted (Keanu Reeves) tuvieron que salvar el día por última vez. Sus dos primeras y excelentes películas Bill & Ted’s Excellent Adventure (1989) y Bill & Ted’s Bogus Journey (1991) han trascendido como piezas de culto de la comedia de ciencia ficción, dude. En este agitado 2020, ambos personajes regresan con Bill & Ted Face the Music, estrenada en nuestro territorio como Bill & Ted salvando el universo. ¿Se trata de una pieza de nostalgia pura o de una nueva revolución cómica? Veamos.
Los años han transcurrido, pero Bill y Ted han fracasado al componer la canción que unirá al mundo y que apuntalará el camino de la humanidad rumbo a un futuro utópico y buena onda. Ambos reciben un últimatum desde el futuro, pues si no logran componer el esperado himno unificador, la mismísima realidad colapsará, representando el fin de todo. Además, la dupla estelar debe lidiar con sus matrimonios en crisis mientras sus hijas adolescentes idean un plan para ayudar a sus desesperados padres.
La tercera pieza de Bill & Ted es una película que apela a la nostalgia pura. La cinta está construida con el ritmo y el humor de sus dos antecesoras, sin elementos disruptivos o ajenos a la mitología de los Wyld Stallyns, como se llama la banda de rock de nuestros personajes principales. Incluso los nuevos personajes están diseñados para encajar en el absurdo del relato. Porque, efectivamente, lo absurdo sigue siendo uno de los principales atractivos en esta secuela.
Dicho esto, la película es sumamente «autorreferencial», por tratar de sintetizarlo de algún modo. Una y otra vez, el relato lanza guiños o hace referencia directa a momentos o personajes de las dos cintas previas, a veces incluso sin dar mayores explicaciones. Me cuesta pensar en Bill & Ted salvando el universo como una película de entrada para nuevos públicos. Para entender y disfrutar de esta tercera parte tienes que estar ya familiarizado con los personajes, su naturaleza, sus conflictos y el lazo irrompible de amistad que los une. Por esta razón, la nueva peli puede dejar un enorme signo de interrogación haciendo riff dentro de las cabezas del público que nunca antes haya visto una cinta de este excéntrico par de rockeros. Insisto: para disfrutarla plenamente hay que estar alfabetizado en la jerga y modos de los personajes centrales.
Entonces sí, para los ya iniciados en Bill & Ted, es una cinta que hay que ver, porque nos permite reencontrarnos con dos personajes que nos encantan y nos da la oportunidad de acompañarlos una vez más en sus peripecias que corrompen con humor ácido la idea de los viajes en el tiempo. Si todavía no has sido presentado con estos personajes, lo ideal es que busques en plataformas o servicios de VOD las dos cintas anteriores para que te eduques así en todo lo relacionado con los Wyld Stallyns.
Otra cosa es que Salvando el universo adolece de un muy dispar ejercicio del sentido del humor. Los chistes son buenos (si ya estás versado en esta mitología, no me cansaré de repetirlo) pero están muy dispersos, muy desperdigados a lo largo del relato… a veces hasta parecen inconexos del flujo cómico del filme.
A esto añado una queja adicional: las lineas argumentales son irregulares. En cierto punto y como suele pasar en muchísimos guiones, coexisten dos tramas. En nuestra Trama A, vemos a Bill y Ted tratando de conseguir la canción que unirá al mundo y evitará la hecatombe definitiva. Ahí van nuestros personajes principales, montados en su cabina telefónica y volando a través del tiempo. En la la Trama B nos encontramos a las hijas de Bill y Ted (Brigitte Lundy-Paine y Samara Weaving haciendo un trabajo genial como Thea y Billie, respectivamente) reclutando a los más grandes músicos de todos los tiempos para armar un concierto de magnitudes históricas y poder tocar el himno definitivo que esperan recibir de sus padres.
Pues bien, mientras el arco dramático de Bill y Ted está lleno de baches, con momentos de brillo y otros de sopor, la historia de sus hijas logra mantener un mood argumental muy sólido. Desde el arranque, uno percibe que es más interesante lo que pasa con Billie y Thea que con los propios Bill y Ted, que incluso se tornan reiterativos por momentos. Y no lo digo del modo encantador en que eso funciona en las dos primeras cintas. Bill y Ted son eclipsados por la historia que protagonizan los personajes secundarios. Y eso se resiente en pantalla. La película debería sentirse más balanceada, al menos hasta llegar al último acto de la cinta, donde finalmente hay una excusa para replantear el equilibrio dramático entre los personajes.
Eso sí, Alex Winter y Keanu Reeves siguen interpretando a Bill y Ted como si el tiempo no hubiese pasado. Y no me refiero a un tema de apariencia o garbo. La quinésica y el paralenguaje de los personajes permanecen intactos. Puede parecer sencillo pues ellos son los rostros originales de ambos héroes, pero la continuidad dramática que ambos nos entregan tras tantos lustros es digna de aplausos.
En resumen: Bill & Ted salvando el universo tiene a los personajes que nos gustan, el humor ácido que nos gusta y muchas referencias a las dos películas anteriores, creando un corpus narrativo con mucha cohesión para los ya iniciados. En contraste, los momentos de humor rotundo están demasiado diseminados a lo largo de la cinta, es imposible sumergirse del todo en la aventura si no has visto las dos pelis previas y las lineas argumentales son irregulares.
Bill y Ted salvando el universo es una película para fans, esos a los que no les importa nada más que la idea del reencuentro, de volver a rockear con viejos conocidos y de volver a darle al traste al continuo espacio-tiempo. O sea, como yo o cualquier otro groupie de los Wyld Stallyns.