★ ★ ★ ½ | Por Arturo Garibay
Estrenado en los festivales de San Sebastián y Toronto, el cortometraje Nimic es una peculiar pieza en la filmografía del aclamado cineasta griego Yorgos Lanthimos: un extraño y compacto relato de usurpación y mimetismo batesiano.
Filmada parcialmente en la Ciudad de México, Nimic es un relato sin tiempo ni espacio que gira en torno a un violonchelista profesional, que viaja de casa a sus ensayos de orquesta. En el trayecto se cruza con una chica a la que le pide la hora. Esa pequeña interacción deriva en un juego de sombra entre Matt Dillon —el músico— y Daphne Patakia —la desconocida, que pronto adoptará modos muy familiares—.
Este excénctrico slice of life (no se me ocurre usar otro terminajo más certero), que arranca y se diluye sin mayores explicaciones, es un divertimento audiovisual que los fanáticos del director de The Lobster (2015) y The Favourite (2018) seguro sabrán disfrutar y aquilatar. Es un ejercicio visual económico y puntual, sin paja. En contraste, los no iniciados en el cine de Lanthimos bien podrían quedar contrariados, llenos de preguntas sin respuestas. Cuando se trata de Nimic, entre el deleite y la indiferencia hay un corte a negros.
La pieza, además, tiene una vista muy limpia. El planteamiento visual corre a cargo de la cámara del cinefotógrafo mexicano Diego García, quien ya nos había dado muestras de su talento en películas como Táu (2012), Boi Neon (2015) y Nuestro tiempo (2018), por la cual fue nominado al Ariel el año pasado.
El relato, compacto y de apenas diez minutos de duración, tiene trazas de loop infame. Además, claro, de llevar la firma de su autor en toda su realización: desde la plástica hasta la ejecución histriónica, pasando por al arco dramático cuyo buen puerto está en el medio de la nada.
Nimic de Yorgos Lanthimos se estrena este 27 de noviembre a través de la plataforma de streaming Mubi.