★ ★ ★ ★ ½ | Por Arturo Garibay

Fantástica y rotunda. Así me ha parecido Josep, la película animada que gira en torno a la figura y la obra de Josep Bartolí, el pintor y dibujante barcelonés cuyo trabajo no solo presume una estética única, también tiene una potente carga social, política e histórica.

Pues bien, Josep es la ópera prima del monero del diario Le Monde, Aurel. El resultado no podría ser mejor. Aurel articula su película con mucho entendimiento y emoción, sin rebuscamientos intelectuales impostados. Se nota el cariño por el legado de Bartolí.

En Josep, un gendarme francés empieza a trabajar en un campo de concentración producto de la Guerra Civil española. Es ahí donde conoce a Bartolí, un hombre que, como muchos y muchas, vive tras una cerca de alambre de púas. El gendarme le facilita a Josep un lápiz y unas hojas de papel. Ahí es donde inicia la amistad.

En la cinta, Aurel explora principalmente los días de Bartolí en el campo de concentración, pero también sus días en México. Narrativamente, el recorrido es bastante completo porque no se queda en lo anecdótico. Por el contrario, Aurel utiliza las rajas de vida como un pretexto para mostrar el poderoso significado del trabajo de Josep: en sus trazos se concentraron las escaramuzas y animosidades de toda una época.

El franquismo es todavía una herida abierta. Y, en ese sentido, Josep es absolutamente pertinente. La película nos muestra el poder del arte frente a la injusticia, la opresión, los ultrajes y otros sinsabores políticos. En mi trayecto como espectador me descubrí a veces maravillado por la estética y el placer visual que la película da, pero también confrontado, desconcertado por lo que el relato nos ha de decir: que no deberíamos olvidar la infamia. Pero la olvidamos y dejamos que se repita. En ese sentido, Josep recapitula el pasado, pero también refleja el presente.

Narrada a dos tiempos (el pasado y el presente), Josep declara en su metraje que el arte no erosiona y que la memoria es importantísima. Y hay que compartirla, heredarla.

Además, en Josep conviven dos castas de seres humanos. Están los despreciables, los que torturan, asesinan y desprecian; los que abusan y desestiman al otro. Y están los que tienden la mano, los que empatizan y los que, como Josep, usan el arte como su voz y purga. Cuando una creación es tan transparente, es inevitable que se convierta en estandarte y referencia.

Estilísticamente, la película es una proeza, pues abraza la identidad artística de Bartolí en forma y fondo. Este compacto (pero enorme) largometraje nos muestra que el realismo —y vayamos más allá: la verdad— no es exclusivo del naturalismo, y que puedes ser muy realista, muy «neta», desde el estilo personal.

Escrita por Jean-Louis Milesi y con las voces de Sergi López y una Sílvia Pérez Cruz que cierra el filme con una interpretación fulminante, Josep no tiene desperdicio. La película recién ha sido ganadora del Lumière Award a la mejor película animada. Además, fue selección oficial en el Festival de Cannes.

De verdad, la película me emocionó profundamente. Hay quienes dicen que es una joya del cine animado. Yo digo que es una joya, y punto.


Josep está disponible en la plataforma Mubi desde el 28 de enero como parte de la programación de My French Film Festival, en cuya plataforma también puede ser visto el filme.