★ ★ ★ ½ | Por Arturo Garibay
Godzilla está fuera de control. Ha comenzado a atacar a los humanos sin que medie ninguna explicación evidente, algo atípico en esta criatura que más bien suele ensañarse con los monstruos malosos. Por su lado, Kong se encuentra confinado en la Isla Calavera bajo estricta observación científica. Sin embargo, un grupo de exploradores hi-tech necesitarán de su ayuda para viajar a un lugar ignoto.
Huelga decir que pronto descubriremos que la mesa está servida para que haya no uno ni dos, sino tres épicos encontronazos entre ambos titanes. Como en la lucha libre, el primate y el reptil lucharán a dos de tres caídas sin límite de tiempo. ¿Quién morderá la lona con sus fauces al llegar la escena final de Godzilla vs. Kong?
Dirigida por Adam Wingard (Tú eres el próximo), Godzilla vs. Kong es una película de pura estridencia y pirotecnia: justo la clase súper producción que esta hecha para verse y disfrutarse en pantalla grande. Las proporciones de sus monstruos estelares son consistentes con el ruido y la faramalla audiovisual que nos entrega esta pieza. En términos de producción y artificios audiovisuales, todo es de grandes proporciones. Hollywood puro.
Godzilla vs. Kong es la cuarta película del llamado ‘Monterverso‘ de Legendary Pictures, el cual inició con Godzilla (2014), Kong: La Isla Calavera (2017) y Godzilla: Rey de los Monstruos (2019). En este punto y todavía con la película [demasiado] fresca, puedo decir que las dos mejores películas del ‘Monsterverso‘ a la fecha son Kong y la actual Godzilla vs. Kong. Al contrario de lo que pasa en las tacañas películas de Godzilla, en la flamante Godzilla vs. Kong los monstruos sí gozan un protagonismo rotundo. Tanto Kong como Godzilla gozan de mucho tiempo a cuadro.
En ese sentido, lo mejor de Godzilla vs. Kong es cada madrazo que se propinan ambos monstruos en sus secuencias de pelea. Lo digo con franqueza. Godzilla vs. Kong cumple la promesa de su título. En mar y tierra, las dos estrellas del filme hacen gala de su potencia, de su capacidad para dar mordidas, arañazos, coletazos, puñetazos y uppercuts. Los huesos crujen y la carne se rasga. Si medimos la película por sus catorrazos, es un triunfo.
Lo mismo puedo decir respecto al fan service y sobre el momento en que se nos revela al gran villano del filme, el «jefe final» de la película (si prefieres usar la jerga de los videojuegos de pelea). Aunque me encantaría escribir al respecto en mi crítica, este es un texto libre de spoilers, así que me lo guardo. Pero, créeme, si eres fan exclamarás de gusto, sorpresa y fascinación. La cinta es generosa con los fanáticos, geeks y románticos de la mitología de los monstruos gigantes en la cultura pop.
Lamentablemente, Godzilla vs. Kong también tiene sus desaciertos. La cinta es caótica, la trama es burda y tediosamente modélica, parece sacada de un esténcil maltrecho. Vaya, el relato carece de encanto memorable. Francamente, por mí podrían haber obviado la historia y enviado directo a ver las huracarranas entre Kong y Godzilla. Reitero aquí que, frente al bobo y falsamente intrincado guion, esta película le debe todo su brillo a los madrazos bestiales.
El relato de Godzilla vs. Kong no encuentra nunca su lugar entre el cine de acción, de aventuras, de fantasía y de ciencia ficción. Tiene un conflicto de identidad. Lo bueno es que Godzilla y Kong no dudan en llegar al rescate con su poderío, con sus rugidos y su devastación inconsecuente.
Incluso peores que la trama son los personajes humanos, totalmente planos y, en muchos casos, innecesarios. Porque la verdad es que a Godzilla vs. Kong le sobran personajes. Son muchos y aportan poco.
Esto es triste porque nos encanta el elenco de la cinta: Alexander Skarsgård, Millie Bobby Brown, Rebecca Hall, Eiza González, Kyle Chandler y Demián Bichir. Todos tienen un talento fantástico, pero tristemente trabajan con un guion donde no hay desarrollo de personajes, no hay materia prima para ellos. Sus personajes no caben dentro del ring. En todo caso, solo hay un personaje humano que sí hace sentido con el relato: una huérfana llamada Jia, interpretada de manera encantadora por la joven Kaylee Hottle. El vínculo de Jia con Kong es significativo e incide totalmente en el trama. De ahí en demás, Godzilla vs. Kong puede ser culpada de tener un pobre desarrollo de personajes y por haber desperdiciado el talento de un interesantísimo elenco.
Sea como sea, hay una realidad: a Godzilla vs. Kong no vamos por los personajes sino por los catorrazos. ¿Que si nos hubiera gustado una historia mejor zurcida, más creativa, aterrizada con mayor entereza argumental? Pues sí. ¿Que las escenas de pelea nos invitan a hacer de la vista gorda? También. En serio, los golpes están de súper lujo. No importa si eres ‘Equipo Gojira’ o ‘Equipo King Kong’, en cada combate cuerpo a cuerpo tú eres quien gana como espectador.
Dicho esto, sí te recomiendo Godzilla vs. Kong, sobre todo si piensas verla en una sala de cine. Creo que esta película puede perder su brío combativo si la ves en una pantalla doméstica. En serio, lánzate al cine a verla, no te esperes porque no la disfrutarás igual en la tele de tu casa ni en tu celular. Perdón si sueno reiterativo, pero es importante subrayarlo.
Godzilla vs. Kong protagonizan así la pelea del año, no hay más. Ningún ring de Las Vegas podrá ofrecerte en este 2021 una batalla de esta envergadura.