★ ★ ★ ★ | Por Arturo Garibay
El guionista francés Florian Zeller se sienta en la silla del director para presentar el ambicioso, emotivo e inteligente melodrama El Padre (The Father, 2020), una pieza de minuciosa factura que reflexiona sobre la vejez y sus laberintos. La película es preciosa. Y dolorosa.
Anthony Hopkins interpreta a un hombre de edad avanzada que tiene que dejar su apartamento para vivir con su hija, pues ya no puede estar solo. Él, sin embargo, reniega de la situación. ¿Cómo no va a poder valerse por si mismo? El relato, sabiamente intrincado, nos va desconcertando y atrapando a la vez. Como el mismo personaje principal sospecha una y otra vez, hay algo que no está del todo bien.
El Padre es un melodrama que, de cierto modo, se vive en el encierro. Casi toda la historia ocurre en un espacio muy limitado: un departamento. Empero, nunca se siente monótono o tedioso. Por el contrario, la intriga y la curiosidad del espectador van in crescendo. Lo mismo aplica para el nudo emocional que comienza a formarse en los corazones del público y que va creciendo paulatinamente hasta atorarse en la garganta.
En El Padre vemos la cara amarga de la vejez. Sucede que uno de los atributos singulares de este gran filme es que su estilo de melodrama parece decantarse hacia el horror, la pesadilla, pero no en el sentido del cine de sustos. Sino en un sentido de la fragilidad física y mental de los seres humanos. Esta es una película sobre la erosión del ser humano, desde su identidad y su cordura. El Padre nos confronta con la realidad, con la inexorable ruta a la senectud. A muchos les hablará sobre el futuro. A otros, sobre un presente que pueden ver espejeado en alguien cercano.
Zeller ha firmado una película aparentemente sencilla en su factura, pero llena de complejidades. Su trabajo de edición ha sido muy aplaudido, pero a mí me parece que el logro del filme inicia desde el guion. Su éxito no solo radica en la forma en la que la cinta está armada, sino desde su concepción: sus diálogos son fantásticos y la construcción del personaje principal es de una pulcritud pasmosa.
En El Padre, el octagenario Hopkins presume una lucidez actoral incontestable. Genio de su oficio, el actor firma un nuevo e inolvidable papel para su ya de por sí tremenda filmografía. Su nueva nominación al Oscar (la sexta de su carrera) está apuntalada por la autenticidad y verdad que Hopkins exuda a cuadro. El intérprete en convincente desde la primera hasta la última toma, mostrándonos por qué es uno de los mejores actores de la pantalla grande.
Pero Hopkins no está solo, Olivia Colman nuevamente se anota un triunfo interpretativo que se ha traducido también en una nominación al Oscar. Imogen Poots, Olivia Williams, Rufus Sewell y Mark Gatiss completan un elenco que se desempeña con una consistencia tonal envidiable. El pulcro trabajo de elenco y director es evidente.
Nominada al Oscar como Mejor Película, El Padre es una película muy, muy recomendable. Sólida, entera. Llama la atención que sea la película menos mediática de entre todas las nominadas. Solo porque no tenga el reflector de otros filmes, no la dejes pasar de largo. Su visionado vale mucho la pena. En este punto, solo te diré que te prepares para desarmarte emocionalmente. El Padre es una película que toca y rasga el corazón.