Una comunidad mixe es asfixiada por la violencia. Por un lado, el narcotráfico ha reclamado la titularidad de la zona. Por el otro, el ejército mexicano trata a los indígenas como criminales. Trabajar la tierra para cosechar marihuana se ha convertido en el camino para encontrar sustento. La pobreza es abrumadora. La muerte transita libremente en Sanctorum, la cinta más reciente del director y guionista Joshua Gil (La Maldad, 2015).
Tras haber ganado el Premio del Jurado en el Festival Internacional de Cine de Santiago (SANFIC) y haberse embolsado el Ariel a la Mejor Música Original, Sanctorum actualmente es parte de la programación de la 69a. Muestra Internacional de Cine de la Cineteca Nacional que recién llega a la Cineteca FICG. En este marco fue que entrevistamos al cineasta, con quien hablamos sobre la forma y el fondo de este largometraje de ficción.
En Sanctorum encontramos elementos formales que asociamos con el naturalismo, pero también hay otros de carácter impresionista, místico, simbólico… Cuéntame sobre la conceptualización de la película, del camino para lograr la cohesión en su tono.
Hicimos una exploración bastante amplia, fuerte. Recuerdo que estuve examinando películas y directores que me parecía que tenían que ver con la película. Lo que quería lograr lo sentía como algo muy nuevo para mí, no dejaba de pensar en la idea de que podía fracasar.
Me gusta el cine de autor, pero también el cine de serie B y la ciencia ficción. Entonces traté de consumir el cine que me permitiera comprender cuál era mi intención, me puse a leer mucho. Te puedo decir que pasé por tres etapas para lograrlo: una de investigación donde me clavé en la exploración y pre-visualización; otra de escritura; y por último, una de separación de todo y de todos para vaciar mis sentimientos y mis emociones. Así fue que llegué al rodaje, con una claridad y una introspección ya hechas.
Hablemos ahora de la forma en la que el lenguaje está articulado en la película. Por ejemplo, encontramos un uso muy interesante de los grandes planos generales, porque no son meros «contextualizadores», sino que tienen un peso en la identidad del relato. De dónde viene la forma en que se usa el lenguaje audiovisual en la película.
Creo que la estética de la película está dada más a través de un proceso intuitivo. Pero también de muchas escenas e imágenes que se me presentan en el día a día. La escena de la cual habla más la gente es una toma muy abierta donde ocurre algo muy impactante. Para mí, esa escena no podía haber sido filmada de otra manera: en un plano abierto, en ese lugar maravilloso, un lugar que yo ya había visto en mi imaginación y que afortunadamente me encontré en la realidad.
Pero sí, el proceso es intuitivo. Se trata de tener confianza en las imágenes que mi mente me va dictando. Yo estudié cinefotografía, así que entiendo un poco de lentes y como es el proceso de concepción de la imagen, entonces me imagino las cosas en la óptica que quiero ver al final. Otra cosa es que si algo no me gusta en ese momento, lo reinvento ahí mismo. En ese sentido, pienso no solo en la construcción de la imagen, sino en la construcción simbólica de lo que queremos decir. Y Sanctorum está llena de simbolismos.
Respecto a este espacio que habías imaginado y que tuviste la fortuna de encontrar tal y como lo necesitabas… ¿qué tan crucial fue el scouting [la búsqueda de locaciones] en este proyecto?
Yo me encargo del scouting de mis películas. Para mí el scouting es un proceso creativo, al buscar locaciones ya estoy en creación. Como normalmente es negociable lo que estoy buscando, para mí es muy importante hacerlo de primera mano. Sé muy bien los espacios que quiero, pero cuando encuentro un lugar que no buscaba pero es increíble para la historia, eso me provoca escribir escenas en el espacio nuevo que acabo de conocer. Muchas cosas ocurren en Sanctorum en espacios que fui conociendo.
Creo que no podría concebir una película si yo no hago el scouting. Los lugares marcan muchísimo mi trabajo.
La película es violenta más en lo conceptual que lo gráfico, tenemos por un lado a los personajes que padecen la violencia y por el otro a quienes la ejercen.
Había un tema con la violencia porque yo no quería ser completamente explícito. Sí es una película violenta porque de eso habla, pero pensaba en películas de amigos míos como Amat Escalante (Heli, 2013) y sentía «no quiero tener una película gráfica, sangrienta, pero al mismo tiempo sí tiene que ser violenta».
La cámara toma una postura muy clara hacia la violencia: «estoy presente, no interactúo, pero soy testigo de algo que te va a incomodar». Como plano documental, como si alguien hubiera puesto la cámara ahí, no en el mejor encuadre. Además, creo que sí hay cierta poesía también en la parte de la violencia, una alegoría. Vemos que sufrimos todos con ese tema. Por eso tenía que ser fuerte para mí y para los espectadores durante todo el trayecto, así hasta desear alguna forma de justicia.
Sanctorum es una co-producción de México, Catar y República Dominicana. Distribuida por Parábola Films.
Búscala como parte de la 69 Muestra Internacional de Cine de la Cineteca Nacional y en la Cineteca FICG.