Una mujer y sus dos hijos cruzan la frontera hacia los Estados Unidos en busca de un nuevo futuro. La nueva realidad llevará a la madre a salir a trabajar mientras los pequeños se quedan encerrados en casa, observando un mundo inexplorado por la ventana y esperando que se cumpla una promesa: que su mamá los lleve a Disneylandia. Este es el relato de Los Lobos, la pieza escrita y dirigida por Samuel Kishi. El filme es una experiencia audiovisual bellísima y conmovedora.
Los Lobos es protagonizada por Martha Reyes Arias como Lucía, Maximiliano Nájar como Max y Leonardo Nájar como Leo. La química entre la triada estelar es potente y auténtica.
Finalmente, Los Lobos llega a salas de cine comerciales tras haber tenido una extensa y maravillosa corrida de festivales, donde se alzó con galardón tras galardón. Ante su llegada a la cartelera, charlamos con Kishi y Reyes sobre nuestra película mexicana favorita del año pasado y de lo que va del 2021.
Los Lobos ha tenido un trayecto increíble. Sé que mi primera pregunta en ese sentido seguro sonará a cliché, pero cómo se sienten de cruzar el umbral del circuito de festivales, que fue largo y fructífero, para finalmente buscar las miradas del gran público en la cartelera de cine.
SAMUEL KISHI: La verdad es que se siente muy bonito. Tras este viaje por festivales, tras la pandemia, las cancelaciones de festivales, la reapertura de los cines… nos emociona poder llegar a un público masivo, más comercial, con Los Lobos encontrando su espacio con un estreno muy digno de más de 120 copias. Es un sueño hecho realidad. Esta cosa de saber que la película puede navegar por los festivales pero a la vez florecer para el gran público es muy lindo. La veo como una película «puente» en ese sentido.
Después de verla, la película se quedó conmigo mucho tiempo y la pude pensar desde muchos ángulos. Ya sea que la película hable sobre la relación entre hermanos, la relación entre madre e hijos, el futuro como una incógnita, la migración, la infancia, la pertenencia… pero en este punto me gustaría saber cómo inició el proceso de escritura de Los Lobos, si en el origen hubo un tema, un personaje, para encender la mecha del guion de esta película.
SAMUEL KISHI: El proceso inició con una anécdota y un ejercicio de escritura que se llama «Me acuerdo que». El ejercicio inicia precisamente con esa frase y de ahí vas escribiendo lo que se te va ocurriendo. Hice muchos «me acuerdo que» y entre ellos estaba la anécdota de cuando mi mamá, mi hermano y yo nos fuimos a vivir a Santa Ana, California en busca de una mejor vida. Rentó un pequeño departamento y, cuando tenía que irse a trabajar, usaba una grabadora de cassette para contarnos cuentos, historias y decirnos las reglas de la casa. El reto era sacar el colmillo como realizador y preguntarte: ¿eso será una historia o solamente una anécdota? Me llamaba mucho contar eso pero no sabía cómo hacerlo.
Me junté con los co-guionistas Sofía Gómez Córdova y Luis Briones, con la productora Inna Payán, que creían en esta semilla. Yo decía «quiero hablar de la infancia, de la migración», pero también de en qué momento un espacio se puede convertir en un hogar. Lo chido fue toda la investigación, encontrarte con túneles, con salidas, con pasillos oscuros y cerrados en los que te das topes en la cabeza; ir a Santa Ana, ir a Alburquerque, entrevistar a mi mamá, a la comunidad migrante de esos lugares, que compartieran sus historias para alimentar así a Los Lobos.
Es imposible ver Los Lobos y no darse cuenta de lo importante que son los actuaciones en la película, lo mucho que abonan a la manera en que percibimos y nos rendimos ante el relato. Martha, cuéntanos sobre tus conversaciones con Kishi para delinear al personaje, para trazar cómo tenía que ser interpretado.
MARTHA REYES ARIAS: Yo recuerdo los primeros tratamientos que me mostró Kishi. Eran versiones muy tempranas del guion donde la mamá llegaba, sonreía, estaba muy cansada pero muy serena, no había problemas… y no sé, yo pensaba «esto todavía no es real». Con todo lo que le pasaba a los personajes, creo que ella lo último que habría hecho era sonreír como si nada. Las escenas eran complicadas. Fue así que Kishi y yo comenzamos a hablar sobre las cosas que yo necesitaba investigar y en las que tenía que ahondar para crear un personaje digno. En ese punto, el personaje ya no era la mamá de Kishi, era el personaje de ficción de Los Lobos.
Primero investigué la parte de la migración: estuve trabajando limpiando casas, oficinas y pude platicar con muchas mujeres, varias madres solteras. Me contaron que dejaban a sus hijos encerrados en casa mientras ellas regresaban de trabajar. Me di cuenta que la situación era común. Y también me di cuenta que había una confrontación con el sentido de pertenencia, una nostalgia por lo que fue. «¿Realmente estoy ahora que antes?» La otra cosa es que yo no soy mamá, ante lo que Kishi puso varias dinámicas como director: que los niños que hacen el papel de mis hijos se fueran un tiempo a vivir conmigo, a mi casa. Sus papás me los confiaron y pues… me acompañaban al trabajo, al súper, nos peleábamos para que se comieran las verduras, «no le echen catsup a todo» y ese tipo de cosas cotidianas que nos ayudaron a crear una relación madres-hijos para la película.
Una parte muy importante de la película ocurre en un espacio cerrado. Kishi, quisiera que nos cuentes sobre la puesta en cámara, sus retos y lo que querías lograr en la relación entre cámara y los personajes infantiles.
SAMUEL KISHI: Lo platicaba mucho con el fotógrafo, Octavio Arauz. Nos preguntábamos cómo íbamos a filmar, con qué equipo, con qué lentes. Y decidimos trabajar con lentes anamórficos, con lo que puede dar ese formato. Mucho de la película es en interiores, tenía que sentirse asfixiante pero, paradójicamente, también podíamos usar esa especie de «amplitud» que te da lo anamórfico con los niños. Lográbamos que cuando ellos estaban solos el espacio se sintiera más grande, pero cuando entraba Lucía, todo se sentía más compacto. Otra cosa que nos permitía el anamórfico era hacer cosas más panorámicas cuando salíamos del departamento donde viven los personajes. Entonces se veían muy pequeñitos ante esos cielos inmensos de Nuevo México.
Usamos la cámara Arri Alexa Mini para poder movernos entre los niños y con unos lentes que nos dejaban acercar la cámara a ellos. Queríamos una cámara lúdica, que se sintiera viva sin que fuera como maraca. La idea era lograr algo muy orgánico, casi como un documental en ciertos momentos. Jugamos a eso y jugamos con la luz natural. Así como las actuaciones son muy orgánicas y naturalistas, así queríamos que también fuera la parte de la cámara y la luz, no queríamos que nada se sintiera artificial.
LOS LOBOS es dirigida por Samuel Kishi y ya llega a salas de cine desde el 10 de junio.
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