★ ★ ★ ★ ½ | Por Arturo Garibay

El alcohol y la felicidad se acompañan en la tragicomedia Una ronda más de Thomas Vinterberg, la multipremiada cinta que celebra la vida y reflexiona sobre las frustraciones humanas.

Martin, Tommy, Peter y Nikolaj son cuatro amigos que trabajan como maestros de escuela. Cada cual arrastra sus propias debacles y tropiezos. Los años han pasado para ellos: están en sus 40 y, tanto en lo personal como en lo laboral, todo en sus vidas parece ir cuesta abajo. Es así que uno de ellos saca a colación una peculiar teoría que dice que si logras mantener el nivel de alcohol en la sangre (BAC, por sus siglas en inglés) alrededor del 0.5%, vivirás de manera más deshinibida, relajada y creativa. Sí, como si se tratase del Santo Grial de la plenitud. El cuarteto establece entonces un plan: beberán regularmente para mantener un BAC de 0.5% y así documentar los efectos de ello en su vida cotidiana.


Mads Mikkelsen, Thomas Bo Larsen, Lars Ranthe y Magnus Millang son los encargados de interpretar a los cuatro personajes ya citados. Lo hacen con una solvencia interpretativa increíble. Es un deleite verlos a cuadro y trabajar con semejante convicción y autenticidad. La química es palpable.

Adicional a esto, he de decir que el trabajo estelar realizado por Mikkelsen fue injustamente omitido en las nominaciones a los pasados Oscar®. La película ciertamente se embolsó el Premio de la Academia a la Mejor Película Internacional y el director se embolsó una merecidísima nominación. Pero Mikkelsen también tenía que estar ahí. Su interpretación es de una dignidad pasmosa, arrolladora. Es un papel para la historia.

Basada en una obra de teatro del propio Vinterberg, la pieza adquiere un cariz personal. El filme abre con una dedicatoria a Ida, la joven hija del director que perdió la vida en un accidente automovilístico. Sea quizás por el vínculo personal que se entreteje entre la pieza y se realizador, pero esta es una de las obras más enteras de la filmografía de Vinterberg. Y eso no es poca cosa si consideramos que el cineasta danés la firmado piezas rotundas como La celebración (1998), Submarino (2010) o La caza (2012), por citar algunas.

Vinterberg hace otra cosa interesante en la película: se emplaza frente a la bebida de una manera atípica a la del cine industrializado, que suele convertir al alcohol en el enemigo absoluto y que escruta al acto de la bebida de manera moralista. En Una ronda más, el cineasta explora la relación entre los seres humanos y el alcohol en todos sus niveles y texturas.

Una ronda más es una delicia intoxicante y maravillosa. La película no tiene desperdicio. Es una pieza que debes tener en tu lista de cosas por ver. La disfrutarás y te dará para deliciosas charlas… ¿acompañados quizá de un rosé?


UNA RONDA MÁS ya está en salas de cine. Un estreno de Gussi.

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