★ ★ ★ ★ | Por Arturo Garibay
La cineasta mexicana Tatiana Huezo asume el reto de la ficción con NOCHE DE FUEGO, la película de maduración (o coming of age, para usar el término más común) enclavada en una realidad dolorosa y feroz. Este aclamado largometraje —que regresó de Cannes con una mención especial— es una pieza poderosa que habla sobre la pérdida de la inocencia, la sororidad infantil en contextos convulsos y el monstruo terrible de la violencia endémica.
Ana, Paula y María son tres niñas que viven en un pueblo rural. Allí, pasan los días con sus madres, jugando, yendo a la escuela, con padres ausentes que se fueron «al otro lado»… Pero, sobre todo, esperando el embate del terrible fantasma de la violencia, siempre con los oídos atentos para evitar el siguiente zarpazo letal. ¿De quién? ¿Del narco? ¿Del ejercito? Nunca se sabe. En ese lugar, como en muchos otros en nuestro país, las niñas pueden desaparecer en un parpadeo.
NOCHE DE FUEGO es una pieza que se ha ganado a pulso sus rondas de aplausos. Primero, por la odisea de concretarla: Huezo y su equipo recorrieron un largo camino creativo, logístico, técnico y financiero para hacer la cinta; el resultado es sólido, deben sentirse muy bien por lo que han logrado. Segundo, porque la ejecución de la película hace que verla sea un deleite audiovisual. ¿Paradójico? Sí, porque la cinta es desgarradora, pero su factura es tan atrapante como pulida.
ENCENDIENDO LA «NOCHE DE FUEGO»
La película tiene virtudes evidentes y muy comentadas ya, empezando por el incontestable magnetismo de su elenco femenino. Todas hacen un gran trabajo y, escena tras escena, muestras su capacidad para transformarse en fuerzas gravitatorias que atraen nuestras miradas. Y sus gestos más tenues son los más potentes. Además, está el relato en si mismo, que te mantiene intrigado, atento, y que pone sobre la mesa la realidad del otro que seguimos negando como parte de la realidad nuestra.
Pero allende todo esto, en lo personal me gustaron mucho las decisiones de Tatiana y su equipo creativo en el terreno de la puesta en cámara. La fotografía de Dariela Ludlow es una maravilla, el diseño de producción de Oscar Tello aporta muchísimo también. La atmósfera contruida está allí para nuestra inevitable, desbocada inmersión.
El filme, además, se nutre de la exhuberancia natural de su entorno. La película arropa y encarcela a sus personajes en el espacio geográfico que habitan, entre explosiones industriales o campos de amapola, veredas verdosas y rebosantes de plantas. Quiero saber más sobre la paleta de color del filme y las decisiones estéticas, cómo fue que Tatiana y su cinefotógrafa llegaron a la conclusión de cómo debían usarse tanto la cámara como la luz.
Basada libremente en la novela Ladydi de Jennifer Clement, NOCHE DE FUEGO es otro acierto en la filmografía de Huezo. Sus documentales EL LUGAR MÁS PEQUEÑO y TEMPESTAD fueron dos de mis películas favoritas en 2011 y 2016, respectivamente. No veo razones para que NOCHE DE FUEGO no vaya a colarse en mi lista de cine mexicano favorito de 2021. Deberías de verla también. Creo que va a gustarte y estremecerte.
NOCHE DE FUEGO se estrena solo en cines el 16 de septiembre y en Netflix durante octubre.
Un estreno de Pimienta Films.