★ ★ ★ ★  | Por Arturo Garibay

En cuántas ocasiones no he escuchado la frase “los niños son muy crueles”. Dichas palabras podrían describir PLAYGROUND (Un Monde), la película de Laura Wandel sobre el bullying, el acoso en el entramado de la convivencia infantil y los enormes retos, angustias y batallas de las infancias en el entorno escolar.

No puedo dejar de pensar que, en este punto, solo hay dos formas de entender PLAYGROUND: desde la dolorosa aceptación o desde la cómoda negación. ¿La infancia es la época más maravillosa y perfecta de nuestras vidas? Mis polainas. Si ves PLAYGROUND y al final piensas que es una pieza de pura ficción hiperbólica, entonces tú y yo tenemos que tener una charla sobre memoria selectiva. En todo caso, diré que PLAYGROUND es un complemento necesario para todas esas películas rosas con discursos del tipo “qué bonito es ser niño”.

Nora (Maya Vanderbeque) es una niña que, con reticencia, la vemos cruzar el temible umbral de la escuela primaria. En su primer día de clase, abraza con fuerza a su hermano Abel (Günter Duret), quien le promete que jugará con ella en el recreo. También se aferra con fuerza a su padre. Su vida escolar tiene un inicio traumático, por decir lo menos.

A partir de este punto, Wandel nos emplaza en un trayecto en el que contemplaremos el devenir de Nora y Abel en el contexto escolar, un espacio con más claroscuros de los que quisiéramos reconocer. No cabe duda de que las escuelas no solo nos forman en lo académico, también son cruciales en la formación del carácter.

Filmada con un trabajo de cámara extraordinario —la cinefotografía de Frédéric Noirhomme es pulcrísima—, PLAYGROUND nos muestra a una cineasta de estupendo pulso narrativo. Walden convence no solo con un buen guion y mucha claridad discursiva, sino también con sus precisos emplazamientos de altura infantil y su finísima puesta en cámara. En este aspecto, Walden hace un uso recurrente y certero del primer plano, recurso que le sirve no solo para acortar la distancia espacial con el espectador, sino también emocional.

Es aquí donde entra el trabajo de la pequeña Maya Vanderbeque. Su rostro es una batería de emociones. Es imposible no entregarle el corazón y las tripas a esta jovensísima actriz. Por mucho, la mejor interpretación infantil que he visto este año. Hay algo increíblemente transparente en la actuación de Vanderbeque. Lo que la niña y su directora lograron es digno de reconocimiento.

Celebro, pues, haberle apostado a PLAYGROUND entre tantas opciones que tenía para ver aquella tarde. Nada como entrar a una película en “cero” y recibir una sorpresa tan grata como esta, una cinta tan competente en todos los frentes. Ojalá que en algún momento la veas y podamos tener una conversación con spoilers y demás. Porque, sabes qué, creo que la cinta es susceptible de ser analizada a través de otros prismas distintos al cinematográfico, como el sociológico, el educativo o el psicoanalítico. Así de rica es.


PLAYGROUND ganó el premio FIPRESCI en el Festival de Cannes.

PLAYGROUND forma parte de la competencia internacional del GIFF.


Una crítica de Arturo Garibay para TOPCINEMA.