EL VIAJE DE PATY es un largometraje documental que ha pasado por ya por el Festival Internacional de Cine en Guadalajara (FICG 36) y forma parte de la selección de Festival Zanate. La pieza de factura jalisciense presume un muy interesante caleidoscopio temático: en él coinciden la historia de una madre y las difíciles decisiones que debe tomar respecto a su presencia en la familia, de una mujer indígena consciente de la deuda histórica que se tiene con su gente y de la importancia de reclamar que las voces originarias sean escuchadas, del futuro, la pertenencia, el reconocimiento y la identidad. En fin, EL VIAJE DE PATY es una historia muy rica con personajes que van de lo interesante a lo entrañable.

En el marco del FICG 36, en TOPCINEMA tuvimos la oportunidad de charlar con el director Santiago Pedroche y la productora Gabriela Ruvalcaba Rentería —coordinadora, además, del programa Territorios Interiores, que ha marcado una gran diferencia en la formación de documentalistas en Jalisco—, quienes nos compartieron algo de su propia odisea detrás de las cámaras para hacer de EL VIAJE DE PATY una realidad.

Santiago, platícanos cómo es que encontraron a Paty y en qué momento se reveló ante ustedes el hecho de que Paty podía ser el eje de un largometraje documental.

SANTIAGO PEDROCHE: La historia comienza en el primer viaje que se hizo de Territorios interiores, un programa académico de la Universidad de Guadalajara, que trabaja con alumnos de Documental llevándolos a comunidades fuera de la ciudad a buscar historias y filmar documentales en un mes.

En la primera edición de dicho programa fui invitado a realizar un registro de la gente que iba a hacer sus documentales. Recuerdo que tenía algo de tiempo libre después de filmar a los alumnos, ya que yo no estaba involucrado en el proceso académico. En fin, que conocimos a Paty cuando se hacía investigación para encontrar un proyecto con enfoque en el tema de género, dado el machismo tan radical que se vive en las comunidades.

Cuando la conocimos nos pareció que había un contraste tremendo entre ella y el resto de personas que habíamos conocido. Esta mujer de pronto nos abrió las puertas de su casa y nos contó sobre sus diplomados, sus estudios y demás. Nos pareció interesante y al principio queríamos hacer un cortometraje, pero el tema creció. Había una historia con perspectiva de género, es cierto, pero también un tema político y una historia familiar, que en lo personal es lo que más me gusta de la película.

Gabriela, el abanico temático de la película es muy amplio y muy rico. Imagino que esto fue un reto porque había que darle cohesión y unidad a todo. ¿Cómo fue el proceso de selección de las líneas argumentales que iban a abordar y la forma en que debían presentarse para lograr lo que vemos en pantalla?

GABRIELA RUVALCABA RENTERÍA: Hubo muchos puntos atractivos. Por ejemplo, de entrada, estaba la cosmovisión, la forma de entender la vida de una forma que la mayoría ha perdido. Está también la fascinación con todo ese universo. Todo en ellos tienen que ver con los elementos, las estrellas… y eso nos hacía confrontar un montón de cosas en nuestras propias vidas. También estaba lo político, los temas de equidad, con los cuales Paty ya trabajaba desde mucho antes.

Ella es una mujer valiente, fuerte, que encarna muchos valores. Le ha tocado abrir camino y es justo por eso que nos enamoramos de esa capacidad, esa libertad y esa búsqueda de construir su identidad individual. Nos dimos cuenta que, con ella como protagonista, podíamos hablar de las mujeres que están impulsando el Consejo Indígena de Gobierno. Es una historia triste pero importante, es trascendente. Así que imagínate, para decidir la línea argumental hubo muchos cuestionamientos y conversaciones. Algo que Santiago hizo bien es estar abierto siempre a la confrontación, a dejar de romantizar y no ver todo con la mirada folclórica y turística, sino salir de eso y conectar desde otro lugar. Había muchas otras posibilidades. Creo que lo que fue decisivo fue darnos cuenta de que podíamos amarrarlo todo con algo muy importante: la gente puede reflejarse en ella.

¿Qué tan fácil fue incorporar la cámara a la vida cotidiana de Paty sin que se sintiera como un elemento violento o intrusivo?

SP: Desde el principio ese era un objetivo que tenía muy claro. Es complicado porque involucra establecer y trabajar una relación humana más allá de la película: y eso es una relación que termina metiéndose en la película. Se necesitó de tiempo y mucha confianza.

Estoy eternamente agradecido con Paty y su familia, que si bien son una familia algo atípica de la comunidad, nos dieron una entrada y una confianza casi ciega. Personalmente, opté por pasar mucho tiempo con ellos y grabar poco. Creamos un sistema de grabación que nos permitiera recoger momentos muy concretos. Conseguimos un lugar cercano a la casa, hicimos base ahí y literal era como estar de visita, siempre con la cámara lista para cualquier momento. Así fuimos construyendo. Muchos momentos de la película fueron extracciones de poco material y que solamente se logran estando ahí, en convivencia cotidiana.

Como productora, ¿cuál fue el mayor reto logístico? Te lo pregunto porque pude ver de primera mano un poco de cómo fue el trayecto desde tu trinchera.

GRR: Fueron años muy difíciles. Tuvimos muchas complicaciones y discusiones, como es natural. Pero todo fue enriquecedor para el proyecto. Una cosa clave para mí fue darme cuenta de que no podía sola. Porque estaban otros proyectos como Territorio Interiores, los alumnos, la vida con todas sus situaciones… ya sabes cómo es eso. Así que uno de los grandes aciertos fue integrar a José Luis Villanueva como productor. Él había estado con nosotros desde el descubrimiento de la idea, acompañándonos como sonidista. Conocía todo el proceso y lo invitamos a producir. Ahí encontré, como persona y como productora, el equilibrio que me estaba costando y eso fue clave para detonar otros procesos que eran necesarios. Lo que aportó como productor en términos creativos fue importante. Además, él y Santiago fueron compañeros de generación y son los mejores amigos, así que todo funcionó muy bien.

Otra cosa que fue complicada es que teníamos entre manos una ópera prima, en formato documental, con un tema de género de pueblo originario y con lucha política. A veces pensaba “creo que tenemos todas las características para que no nos dieran los fondo”. Al final, fue el Estado de Jalisco el que posibilitó las primeras etapas. Ganamos FECA, luego Proyecta y luego PECDA. Eso fue el detonante. Gracias a eso pudimos empezar a filmar. Tuvimos también apoyo Cofiej y somos resultado del último Foprocine 2019 y estamos muy agradecidos de que finalmente haya esa posibilidad de esos recursos y tristes que se hayan vuelto más complicados.


EL VIAJE DE PATY forma parte de la competencia oficial del FICG 36.

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Entrevista por Arturo Garibay.