Rodrigo es un chico que vive con su madre. El día a día se reduce a los dos, sus interacciones cotidianas y su notorio apego. Pero la dinámica se sacude cuando la madre decide iniciar una nueva relación romántica. En BLANCO DE VERANO caben —en igual medida— un drama sobre la toxicidad de las relaciones domésticas y una película de maduración.
Tras su estreno en Sundance y luego de que su lanzamiento comercial se viera retrasado por la pandemia, en TOPCINEMA charlamos con el director Rodrigo Ruíz Patterson sobre su ópera prima, sus intereses temáticos y mucho más de cara al estreno de BLANCO DE VERANO en salas de cine mexicanas.
La película podría entenderse como una coming of age. ¿Tienes una relación particular con este tipo de filmes?
Primero te diré que tengo películas tipo coming of age que me gustan y otras que no tanto. En la adolescencia hay muchos recursos para inspirarnos, y creativamente creo que es algo que debemos aprovechar. Es una época muy impulsiva donde las emociones están a flor de piel, no se piensa en las consecuencias, se es bastante romántico y, al mismo tiempo, uno está perdido.
Todo eso da para construir conflicto y drama. No obstante, los términos [como coming of age] son al final etiquetas que se le ponen a las películas para comercializarlas. En un inicio, realmente no consideramos si íbamos a encajar con un concepto así o no. Comenzó a mencionarse cuando empezamos a buscar financiamiento y tratar de venderla, ahí fue cuando le pusimos la marca de coming of age.
El esquema y la narrativa del género se me hacen interesantes. Puedo hablar de la adolescnecia porque yo también pase por ella, sé cómo opera y siento que tengo legitimidad al contar esta historia.
El personaje principal y tú comparten el mismo nombre. Platícame sobre este detalle.
BLANCO DE VERANO surgió de experiencias personales, sin que sea una película autobiográfica. Decidí que si iba a hacer mi primer filme, iba a tratar sobre algo que yo sé. Comencé un documento donde me entrevistaba con gente de mi pasado, pero di con un guion que no funcionaba, que estaba desbordado y no era tan interesante.
Decidimos entonces “ficcionar” (sic) con el otro guionista [Raúl Sebastián Quintanilla], de modo que partimos de las vivencias para hacer que el guion funcionara, para que se creara una película donde había personajes con motivaciones, complejidad, puestas en una situación de conflicto y que avanzara dramáticamente, no que fuera un abanico de las escenas de mi vida. Al final, lo único que nos une al personaje principal y a mi es el nombre, el resto es producto de una ficción que creamos entre el guionista y yo.
Háblame sobre el fuego y su valor simbólico. Porque no pude evitar darme cuenta de que el recurso se utiliza en momentos muy importantes de la película.
Creo que el fuego es un rasgo del personaje. Rodrigo es alguien que absorbe emociones complejas, que se le presentan por primera vez en su vida, no sabe cómo asimilarlas así que las reprime. El vehículo que encontramos para que él pudiera sacarlas fue el fuego. En el cine uno tiene que encontrar metáforas audiovisuales, uno no puede meterse en la mente del público para decir lo que está pensando y sintiendo el personaje, así que hay que traducirlo a imagen y sonido. Nos pareció el fuego era un recurso muy atractivo tanto sonora como visualmente y que representaba bien el interior de este chavo.
Cuéntame sobre la dirección de actores y las herramientas que usaste para lograr la uniformidad tonal que se ve en la película.
Fue a través de ensayos con los tres. Hicimos improvisaciones sobre escenas que no estaban en el guion, luego yo les daba la oportunidad de habitar al personaje. Fueron improvisaciones de horas, donde no les pedía que llegáramos a ningún resultado. El objetivo era que ellos pudieran habitar al personaje, sus relaciones, y estar ahí descubriendo sus secretos, sus maneras de hablar y de moverse. Fue parte de un análisis riguroso, de trabajo de mesa de guion con los actores adultos, ya que al niño no le di el texto. Fue un proceso de ensayos e improvisaciones que para cuando llegamos a hacer las escenas, ellos ya sabían cómo escucharse, ya tenían ciertas relaciones trazadas, no tenían miedo de tocarse o hablar. Luego salieron cosas en las improvisaciones que se incorporaron al guion, así que fue un trabajo de equipo.
BLANCO DE VERANO es un estreno de Pimienta Films, en cines desde el 18 de noviembre.
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Entrevista por Arturo Garibay para TOPCINEMA | Transcripción por Noemí Espejel.
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