★ ★ ★ ★ | Por Arturo Garibay

¡Peliculón! ¿Te digo la verdad? ¡Me encantó AMOR SIN BARRERAS! Qué manera de Steven Spielberg de apropiarse de un clásico, estamparle su firma y, al mismo tiempo, mostrarnos su compromiso —artístico y personal— con la pieza original. La flamante versión del musical de Bernstein, Sondheim, Laurents y Robbins está filmada con una elegancia pasmosa, una consciencia brutal del espacio escénico y con actuaciones que dan en el clavo.

María (Rachel Zegler) y Tony (Ansel Elgort) son dos jóvenes que están afiliados a pandillas rivales. Por una parte tenemos a los Sharks, una banda puertorriqueña que ha echado raíces en el lado oeste de Manhattan. Por otro lado encontramos a los Jets, la cuadrilla blanca que reclama el territorio como suyo. El conflicto racial en la zona se ha enrarecido entre latinos y arios. Pero eso no evita que entre María y Tony surja un amor instantáneo, indomable e irracional: tan rotundo y arrollador como cualquier amor adolescente. El problema es que, al más puro estilo de Romeo y Julieta, su romance ha sido marcado por un destino aciago.


En AMOR SIN BARRERAS hay triunfos en todos los frentes: el técnico, el dramático y, obviamente, el musical. Empecemos justo con este último detalle. El cancionero de AMOR SIN BARRERAS es un clásico incontestable. En él encontramos piezas indelebles como “María”, “Tonight”, “América” o “I Feel Pretty”. Se siente muy lindo ver —y escuchar— estos números musicales interpretados con tanta pasión, dedicación y precisión artística. Cada canto es impecable. Súmale a esto que la partitura es dirigida por la batuta certera de Gustavo Dudamel.

Y hay más, pues la ejecución musical llega coronada por el trabajo vocal y estelar de la debutante Rachel Zegler, una chica menuda que canta como un ángel. Su voz es hipnótica, como la de una sirena. Tras ella encontramos a los dos intérpretes secundarios que roban el reflector en cada escena en la que aparecen: Ariana DeBose como Anita y David Álvarez como Bernardo. Ambos sujetan la mirada de los espectadores en cada uno de sus encuadres, sus presencias tienen un poder gravitacional.

El ensamble, además, hace lo propio en la parte coral y en las coreografías colectivas, presentadas con una precisión matemática. Imposible que no se te corte el aliento. Cada escena de baile fluye magníficamente, cada bailarín hace que semejante proeza corográfica parezca sencilla. Si acaso hay un cabo suelto frente a la cámara, ese podría ser Ansel Elgort. El actor canta y baila muy bien, su trabajo es muy fino… pero no sé si transmite con contundencia la vibra de bad boy reformado que Tony debe transmitir. Lo que ocurre con Elgort no es un tema de calidad interpretativa, pues trabaja muy bien, sino de casting, pues a mí no me han vendido la idea de que Ansel sea Tony al cien por ciento.


En la trinchera técnica, AMOR SIN BARRERAS es una joya. Las imágenes creadas por Janusz Kaminski son impresionantes, te llenan la pupila hasta desbordarse. El concepto visual/cinematográfico del filme de Spielberg es de lo más interesante, porque su hechura nos remite al cine de 60 años atrás —gracias a su paleta de color, el uso de película de 35 milímetros, el manejo de la luz— pero con toda la potencia y pulcritud visual que se logra con las cámaras y equipos más modernos.

El diseño de producción de Adam Stockhausen, los decorados de Rena DeAngelo y el diseño de vestuario de Paul Tazewell merecen también toda clase de loas. En AMOR SIN BARRERAS hay, potencialmente, varias nominaciones al Oscar dentro de las categorías que celebran la excelencia artesanal que hay detrás de las películas.

De principio a fin, AMOR SIN BARRERAS es un dechado de cine. De buen cine. Steven Spielberg muestra un respeto tremendo por el material orginal, incluso por la película de 1961; al mismo tiempo, nos transite en los detalles y en la belleza plástica de su versión que este relato es importante para él a un nivel personal: su formación artística y humana parecen estar en diálogo directo con el resultado final de esta proeza del cine musical. Así que sí, podemos ya anotar un nuevo género que es de dominio total de Spielberg.


AMOR SIN BARRERAS es un estreno de 20th Century Studios. Ya en cines.

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Crítica por Arturo Garibay para TOPCINEMA
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