★ ★ ½ | Por Arturo Garibay

Repleta de buenas ideas y metiendo su aguja hasta el fondo para tratar de sacar las hebras más enraizadas, MATRIX: RESURRECCIONES es un dechado de «déjà-vus«, autorreferencias y tecno-filosofía pop. En la superficie, parece tenerlo todo. En el fondo, no termina de cuajar. Mientras los amantes más «jarcoreros» del género o los groupies de la franquicia seguro rescatarán varias cosas para su deleite y satisfacer sus filias, la verdad es que creo que el gran público puede terminar por sentirse alienado.

Thomas Anderson, mejor conocido como Neo, es el afamado creador de un videojuego conocido como The Matrix. Tiene una relación ríspida con el productor del juego y va a terapia, medicándose para controlar su ansiedad. Además, en un café ha visto a una mujer desconocida y ajena, Tiffany, a la cual se siente inexplicablement atraído. ¿Es posible renunciar a esa realidad?


Allende de las respuestas y deducciones obvias que se derivan del plot, en MATRIX: RESURRECCIONES encontramos recursos narrativos que oscilan entre el intertexto y el cliché. Pero el problema es otro: El guion abusa de la exposición —de lo contrario, todo sería incomprensible e intragable, porque aquí las imágenes no hablan por sí solas, hay que cincelarlas con mucho «bla, bla, bla» tedioso—, el compromiso del espectador con los personajes se diluye gradualmente y no hay nada disruptivo como en el pasado —ni en lo estético ni en lo ideológico—.

MATRIX: RESURRECCIONES es vistosa pero innecesaria. Lujosa y estridente, pero más decorativa que constructiva. A veces risible y confusa. Ni los chistes corrosivos sobre la realidad manipulada, las corporaciones tóxicas y las ficciones intoxicantes pegan, porque parecen ocurrencias más que declaraciones.


Después de meditarla un poco, creo que si acaso tuviese algo a favor, es que intenta ser una suerte de anti-blockbuster. Eso me gusta. En la era de la sobreexplotación de la nostalgia, MATRIX: RESURRECCIONES intenta usar sus recursos para contrarrestar la añoranza fácil. O para que te cueste trabajo añorar. Otra cosa valiosa es que la cinta intenta romper con lo binario, se le nota no solo en el argumento, sino también en algunas decisiones de elenco.

Empero, creo que una obra que no se explica a sí misma —ya leo a mucha gente «explicándola» y buscando fuera de la película su razón de ser—, que no tiene voz para defenderse sin intermediarios, es una película incompleta, tullida.

En cuanto a Keanu Reeves y Carrie Ann-Moss… es imposible no quererlos. En las mejores y peores historias, los dos tienen un magnetismo que no se diluye. Y juntos son dinamita. Nomás verlos es un goce. Pero eso tampoco alcanza cuando se trata de MATRIX: RESURRECCIONES.

En fin, por hoy sí elijo la píldora azul.


MATRIX: RESURRECCIONES es un estreno de Warner Bros. Pictures. Ya en cines.

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Crítica por Arturo Garibay para TOPCINEMA
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