Hace unas semanas me puse al día con EL CALLEJÓN DE LAS ALMAS PERDIDAS de Guillermo del Toro. Quedé impresionado y conmovido. Siempre espero con ansias ver todo lo que hace Guillermo, pero esta película tuvo un poder y una resonancia especial en mí.
Luego me di cuenta de que la gente no estaba yendo a verla, algo que me angustia. Obviamente esta última temporada navideña fue un momento complicado para estrenar cualquier película. Pero también me pregunto si ha habido una apreciación real del logro de Guillermo.
Apuesto que el término noir ha aparecido en la mayoría de las críticas y comentarios sobre EL CALLEJÓN DE LAS ALMAS PERDIDAS, y con razón. Todos los personajes están atormentados, muchos están condenados, y la película se basa en una novela con la típica trama laberíntica que caracteriza el cine negro. Además, la novela ya fue adaptada una vez, justo luego de su publicación en 1946, y la versión anterior dirigida por Edmund Goulding es considerada hace años un clásico del género.
Pero el término noir se ha usado con tanta frecuencia y de una manera tan desacertada, que parece más un condimento que otra cosa, y podría llevar a alguien que busque información sobre la película en la dirección equivocada. Podría acabarse esperando un “pastiche” del género de los que hemos tenido bastantes. Eso no le hace ni remotamente justicia a la adaptación de Guillermo y Kim Morgan.
La mayor parte de la película tiene lugar en los años 30, y parece surgir de la amargura y la desesperación de la Gran Depresión. Lo puedes percibir en las imágenes y en el lenguaje corporal de los actores. Todos los personajes de esta película sienten un dolor real, una sensación de desolación espiritual enraizada en la vida cotidiana. No se trata sólo de una cuestión de “estilo” o “maestría visual”, que efectivamente son exquisitos. Se trata del compromiso total de Guillermo con el material, para dar vida a su visión junto con su diseñadora de producción, su diseñador de vestuario, su director de fotografía y su extraordinario elenco encabezado por Bradley Cooper y Cate Blanchett. Todos trabajan juntos para crear un universo que es un callejón sin salida del pasado norteamericano, y lo hacen de arriba abajo, de principio a fin.
En ese sentido, la película es más fiel al espíritu del cine negro que los muchos “homenajes” que se han hecho a lo largo de los años y que se siguen haciendo ahora. Guillermo habla desde y para su propio tiempo, pero lo hace en el lenguaje de una época pasada, y la urgencia y la desesperación de ese entonces se solapan de una manera bastante perturbadora con la urgencia y la desesperación de hoy en día. Es como una voz de alerta.
Perturbadora, pero estimulante al mismo tiempo. Eso es lo que el arte puede lograr.
El COVID-19 también ha sido extremadamente duro para el cine en general. Ha añadido engorrosos protocolos y costosos paquetes de seguros al presupuesto de todas las películas, chicas y grandes. Ha provocado el cierre de muchas salas y una resistencia a volver a las que siguen abiertas. Y como si fuera poco… Ómicron.
Si han decidido sencillamente archivar EL CALLEJÓN DE LAS ALMAS PERDIDAS bajo el rótulo de “cine negro” u otra categoría, los invito a echar un segundo vistazo con mayor detenimiento. Y si han resuelto pasarla por alto, por la razón que sea, por favor reconsidérenlo. En esencia, lo que quiero decir es que un cineasta como Guillermo, que nos brinda películas creadas con ese cuidado y esa pasión, no sólo necesita nuestro apoyo: se lo merece.
EL CALLEJÓN DE LAS ALMAS PERDIDAS, estrena hoy jueves 27 de enero, en salas de cine disponibles.
Texto por Martin Scorsese | Cortesía: Searchlight Pictures