★ ★ ★ ★ | Por Arturo Garibay

Crítica sin spoilers

Han pasado 15 años desde la última vez que Sam Raimi dirigió una película basada en un personaje de Marvel Comics. Ahora, el cineasta que dio vida al Spider-Man de Tobey Maguire vuelve a estampar su firma en un filme de superhéroes. DOCTOR STRANGE EN EL MULTIVERSO DE LA LOCURA es una película total y colosamente «Raimi». El Universo Cinematográfico Marvel (MCU, por sus siglas en inglés) continúa con su apertura a la experimentación; la osadía ha pagado dividendos en este delirio caleidoscópico que mezcla la acción, la fantasía y el horror.

Tras los eventos de SPIDER-MAN: SIN CAMINO A CASA, el Doctor Strange (Benedict Cumberbatch, reafirmando su condición como uno de los mejores intérpretes del MCU) es invitado a una boda. Pronto, el día de agridulce celebración se convierte en una batalla para proteger a una misteriosa joven llamada América Chávez (Xóchitl Gómez), quien tiene el poder de viajar por el multiverso. Pero hay dos problemas: primero, la joven no puede controlar sus habilidades y, segundo, alguien ambiciona ese poder. Huelga decir que Strange tendrá que volver a lidiar con un conflicto multiversal que, en muchos niveles, lo confrontará consigo mismo.

Aquí lo interesante es que DOCTOR STRANGE EN EL MULTIVERSO DE LA LOCURA no se limita a ser una pieza cósmica o mágica de la mitopoiética marvelita. Si bien es cierto que el director Sam Raimi es (re)conocido popularmente por haber filmado SPIDER-MAN (2002) y SPIDER-MAN 2 (2004), sus raíces están en un lugar mucho más oscuro y escalofriante: el cine de terror. La filmografía del cinesta incluye piezas de culto como EL DESPERTAR DEL DIABLO (1981) y ARRÁSTRAME AL INFIERNO (2009), así como la joya de acción excéntrica DARKMAN: EL ROSTRO DE LA VENGANZA (1990).

Raimi ha utilizado DOCTOR STRANGE EN EL MULTIVERSO DE LA LOCURA como la vasija en la que ha decantado 50 años de su quehacer cinematográfico. En el vigésimoctavo largometraje de Marvel es posible apreciar el estilo de Raimi en todo su esplendor. El filme brilla por la manera en que la técnica y las obsesiones visuales de Raimi se materializan no solo a través de la cámara, los motivos o los espacios, sino también en la actuación de los actores: su kinésica, su proxémica y su paralenguaje quedan al servicio del cineasta.

De cierto modo, casi podemos decir que el segundo filme de DOCTOR STRANGE es, al mismo tiempo, una película de superhéroes y una película de autor, porque la «incursión» de Raimi hace la diferencia y construye la identidad la pieza; eso sí, todo decorado con mucha excentricidad, con muchísima hipérbole —narrativa y estética— y con las cualidades de un potro indomable y caprichoso que hace lo que se le viene en gana con la lógica y la cordura: total, la «locura» viene en el título. Y sí, EL MULTIVERSO DE LA LOCURA cumple la promesa de su título.

Desgraciadamente, no puedo alargar esta crítica mucho más: he prometido una crítica sin spoilers así que, por más que quiera entrar en detalles y profundizar, cada palabra que escribo puede convertirse en una revelación. Pero créeme, me muero de ganas de comentar esta película con lujo de spoilers. Me queda el consuelo, en todo caso, de que en algún lugar del multiverso hay «otro yo» que se ha salido con la suya y ha escrito este mismo texto sin ninguna clase de restricción o autocensura.


DOCTOR STRANGE EN EL MULTIVERSO DE LA LOCURA es un estreno de Disney / Marvel Studios.

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Crítica por Arturo Garibay para TOPCINEMA
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