★ ★ ★ ½ | Por Arturo Garibay

«Aquí, primero se saluda». La cineasta Ángeles Cruz nos ata con su saludo; nos advierte del bordado de su NUDO MIXTECO con mucha sutileza. Y nosotros respodemos a su saludo con la atención que su flamante largometraje exige. La pieza tiene una hechura preciosa, cautivadora: Cruz nos confirma su entendimiento de lo narrativo y lo interpretativo en una cinta que se agradece.

Tres personajes regresan a su pueblo natal, cada cual por sus propias razones. Su regreso coincide con las fiestas de la comunidad. La muerte, las preferencias sexuales, el adulterio, la migración y el abuso sexual funcionan como catalizadores en NUDO MIXTECO, el largometraje de Cruz que es, al mismo tiempo, un relato contundente y delicado.

María (Sonia Couoh) trabaja como empleada doméstica en la ciudad cuando recibe la noticia de que su madre ha muerto pero, al llegar al funeral, es rechazada por su padre a causa de su sexualidad. Esteban (Noé Hernández) regresa al pueblo tras haber pasado varios años en «el otro lado», solo para descubrir que su esposa Chabela (Aída López) ya tiene otro hombre. Finalmente, Toña (Myriam Bravo) debe volver para confrontarse con el hombre que alguna vez abusó de ella cuando era niña y que ahora podría estar abusando de su hija.

Pero NUDO MIXTECO no solo gira en torno a los individuos en sus momentos confrontativos o en sus dolores o en sus batallas particulares. El filme se expande para mostrarnos cómo las decisiones individuales conviven con las decisiones comunitarias. Si bien es cierto que los personajes encontrarán en su trayecto ese instante en el que deben tomar las decisiones que cambiarán sus vidas, también es cierto que el regreso al pueblo de origen incide —activa o pasivamente— en el trazo de su futuro y en la musculatura de sus determinaciones.

Con parsimonia, con una mirada rebosante de claridad y exprimiendo del silencio todas sus bondades, Ángeles Cruz entrega una pieza valiosa en su NUDO MIXTECO. Entre la convicción de Cruz y el trabajo de cámara de Carlos Correa, lo que encontramos es una pieza integral, muy entera. El filme tiene incluso un efecto hipnótico: este sea quizás uno de sus mayores atributos —para mí— y será uno de los mayores retos para el gran público. Pero quien decida dejarse arropar, no lo lamentará.

A veces, dar un paso atrás es dar un paso adelante: María, Chabela, Toña y Esteban lo dejan patente en el primer largometraje de Cruz, que firma una ópera prima prometedora, de una actriz que expande así su lenguaje y que ratifica su discurso e intereses audiovisuales. Al final, NUDO MIXTECO rebasa su geografía, ratifica su universalidad y renuncia a los clichés del México pintoresco. Porque queda claro que Cruz ha buscado visual y dramáticamente lo genuino. Con su saludo, lo ha encontrado.


NUDO MIXTECO es un estreno de Mandarina Cine.

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Crítica por Arturo Garibay para TOPCINEMA
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