★ ★ ★ ½ | Por Arturo Garibay
En FUENTEOVEJUNA —la obra de teatro del siglo XVII de Lope Vega—, el personaje colectivo arremete contra el Comendador (la figura de poder) con el fin de derrocarlo. En EL HOYO EN LA CERCA de Joaquín del Paso ocurre lo contrario: el personaje colectivo no tiene como objetivo atacar al Comedador (la élite y su hegemonía), sino protegerlo.
Dicho personaje colectivo y prepúber es educado [traumatizado] para defender la integridad y preeminencia de la casta patricia y sus intereses caprichosos. La educación deshumanizante —un licuado de religiosidad malentendida, fanatismo normalizado y cultura del privilegio— delínea el suspenso en este relato que dejará el mismo número de espectadores desconcertados que fascinados. Cruzar al otro lado de EL HOYO EN LA CERCA tiene su reto.
Un grupo de adolescentes de una escuela privada llegan a un campamento de verano, donde les esperan días de oración, formación de carácter, retos físicos y camaradería (consagrada a través del bullying). Sus instructores siembran en ellos ideas como la voluntad divina, la supremacía de clases, el blindaje de los prerrogativas y la gloria sacra del status quo de los poderosos. ¿Qué podría salir mal?
La voluntariosa construcción ideológica que establece los privilegios inherentes al color de piel, la formación judeocristiana, la posición socioeconómica y la superioridad de aquel que se asume como mesiánico o elegido impulsan la trama de EL HOYO EN LA CERCA. El filme es, en su concepto e intenciones, una película interesante, digna de analizarse desde lo antropológico, lo sociológico o lo político. Y, claro, desde lo cinematográfico gracias al pulso fílmico de Del Paso.
El director de la aclamada MAQUINARIA PANAMERICANA (2016) propone una nueva pieza que, como su antecesora, explora los tropos del drama social. Empero, en esta ocasión, el relato expande sus alcances hasta merodear por las veredas del thriller y el terror. El efecto pega al espectador, que podría sentir un desasosiego intrusivo, un malestar inexplicable mientras sigue magnetizado a la pantalla.
Si tuviera que ponerle un «pero», diría Del Paso ha tenido éxito al moldear a sus personajes colectivos —los chicos y sus celadores, que hacen las veces de heraldos de los cánones que deben ser inculcados—, pero ha tropezado con algunos de sus personajes individuales. Ya sea porque se abren líneas argumentales que se evaporan o porque el elenco ofrece un trabajo interpretativo irregular, de pronto hay tuercas que se aflojan. Un mismo actor puede tener una escena impecable, seguida de una escena donde dice sus diálogos o ejecuta sus acciones con un acartonamiento chocarrero. A pesar de ello, la potencia del filme termina por imponerse.
Otro detalles es que EN EL HOYO EN LA CERCA se asoman temas interesantes como la mitomanía religiosa —en el mood de «mi idea de la fuerza creadora lo justifica todo»— y el acoso, pero apenas si alcanzamos a verlos parpadear. A ambos les hace falta ser más estelares y sufrir un embate más rotundo.
EL HOYO EN LA CERCA es una buena película para ser conversada. Puede ser controvertida, seguro dividirá opiniones, pero eso no quita que a partir de su ficción podemos exprimir reflexiones muy verdaderas sobre el clasismo, el racismo, el whitexicanismo, el elitismo y muchos otros ismos que han dejado heridas abiertas en nuestra anatomía social, en nuestros conceptos de igualdad, justicia y entendimiento mutuo. No es un trago fácil, pero deja un sabor perdurable.
EL HOYO EN LA CERCA es un estreno de Cine Caníbal.
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Crítica por Arturo Garibay para TOPCINEMA
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