Pues me ha pasado lo que ocurre cuando se produce mucho hype en torno a una peli. Las primeras reseñas y reacciones en torno a MONSTRUO DEL MAR (The Sea Beast, 2022) fueron excesivamente entusiastas, el tomatómetro de Rotten Tomatoes anduvo sobre el 95%. Así que, por supuesto, me imaginé que iba a ver la obra cumbre del cine animado en 2022. Y pos tampoco fue pa’tanto.


Maisie es una niña huérfana cuyos padres murieron cazando monstruos marinos. La pequeña solo sueña con unirse a una tripulación y alcanzar la misma vida de emociones que gozaron sus padres. Es así que Maisie llega al barco donde navega el legendario Jacob Holland, un cazador registrado en los libros de historia debido a sus hazañas. Juntos, descubrirán que lo plasmado en esos libros podría distar de lo que la realidad está por ofrecerles.

Ciertamente, la pieza de Chris Williams es muy linda. En lo técnico y lo narrativo, MONSTRUO DEL MAR ofrece justo lo que esperas de una película de estudio, maquilada con un presupuesto decente y en un contexto de manufactura industrializado, como el de Hollywood. O sea, todo bien, pero con su cuota de hechura convencional: el diseño de personajes, el uso del color, de la textura, el sentido del ritmo, la estructura del guion, la incorporación de la mascota adorable… todo se ajusta al estándar que la industria norteamericana ha establecido desde hace años para las animaciones CGI que no son de Pixar (el estudio que de pronto nos da sorprecitas en la animación digital).

He leído reacciones de gran asombro por la animación del agua, por ejemplo, que vaya que sí está muy chula y todo, pero baste recordar la secuencia del mar picado en FROZEN II para notar que ya hay precedentes de un trabajo sublime en ese tenor.


En todo caso, creo que el grueso de las reseñas han pasado por alto lo verdaderamente valioso de MONSTRUO DEL MAR: el filme explora un puñado de temas interesantes y pertinentes; le ofrece al público oportunidades de reflexión sobre:

  1. La noción de la “historia oficial” y cómo la narrativa historiográfica tendría que ser cuestionada y enviada a revisión de cuando en cuando. ¿Cuánto de lo que dice la historia es un ejercicio de ficción? ¿La “historia oficial” es un instrumento para reconocer la identidad humana de los ayeres o una regla para medir y juzgar el presente? ¿Es la historia una guillotina que se nos ha endosado para usar discrecionalmente?
  2. Los intereses del poder y la perpetuación de sus narrativas. Porque no importa qué tan anquilosado sea el status quo, hay que preservarlo a toda costa, incluso de cara a las evidencias.
  3. La relación del ser humano con la otredad, en este caso, representada por la relación de la humanidad con el mundo natural y sus bestias, animales o “monstruos”. ¿Hay en el hombre —sí, de lo masculino— y en la figura que se piensa con autoridad —de cualquier género— una predisposición a imponerse sobre el otro, hasta por encima del sentido común?
  4. El miedo a lo desconocido como detonante de la barbarie. Y es que, claro, es más lógico azuzar la llama de nuestra ignorancia que arrancarnos el velo y abrirnos a la posibilidad de una realidad renovada. Valga más venerar una tradición destructiva que reinventar las normas de convivencia con el entorno.

En fin, yo creo que MONSTRUO DEL MAR es más rica en lo ideológico que en lo plástico o dramático (es que, argumentalmente, está llena de clichés y lugares comunes). Eso sí, de lo que no me queda duda es de que esta es una de las piezas de consumo popular más enteras que ha producido en Netflix en este 2022. Entre tanta paja y estrenos de calidad media a pobre, por supuesto que MONSTRUO DEL MAR hace olas dentro del contenido de la plataforma… Y son olas de las buenas.


MONSTRUO DEL MAR ya está disponible en Netflix.

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Crítica por Arturo Garibay para TOPCINEMA
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