Empecemos por decir que ¡NOP! (Nope, 2022), flamante opus de Jordan Peele, es un espectáculo impresionante, de talante bien cinematográfico y que exprime las bondades del gran formato. Peele se ha ido a lo grande al firmar una pieza con atributos de blockbuster, aunque sin sacrificar sus intereses personales/autorales. En efecto, ¡NOP! no deja de ser una pieza de entretenimiento —con la identidad del realizador, eso sí—, un divertimento con mucho atractivo para el gran público.

Tras extraña la muerte de su padre, quien fuera un entrenador de caballos para películas de Hollywood, dos hermanos viven una experiencia tamaño “cine”: creen haber experimentado el avistamiento de un objeto volador no identificado. ¿Un platillo volador? Sumidos en problemas de liquidez económica, discurren que si logran filmar al mentado platillo con calidad decente, pordrían vender el video por muchísimo dinero, terminar con sus problemas financieros y hasta ganar popularidad.


Peele entrega una película de ciencia ficción y thriller con pinceladas wéstern, con la cual refrenda las inagotables posibilidades del cine de avistamientos. Pero, además, Peele decide estirar la liga de los relatos de extraterrestres. De este modo, la cinta comienza a transitar por el terreno del cine de supervivencia y de los creature features. Y, también, expande la experiencia del público que, si lo quisiese, algo podría exprimirle a la película allende la diversión.

A través de ¡NOP! podemos reflexionar sobre el deseo de notoriedad, sobre el papel que tiene en nuestras vidas la imagen filmada o grabada, así como la fragilidad del estatus “dominante” del ser humano ante las muchas fuerzas indomables que hay en la naturaleza: las conocidas y las que nos queda por conocer.

El papel que juega la imagen audiovisual en la trama me llamó particularmente la atención: sucede que Peele explora el rol de la imagen en nuestras vidas, la forma en que la producimos diariamente y cómo —en ocasiones— creemos que nuestro registro de la realidad produce algo incontestablemente “verdadero” y legítimo. Empero, olvidamos que también es un dispositivo que usamos como trivializador de la realidad circundante.

Ejercemos, pues, cierta tiranía sobre la imagen audiovisual, ya sea que nuestro propósito sea engrandecernos con ella, enriquecernos con ella o sentirnos artistas/creadores a muerte.


Así que ahí está, en ¡NOP! se manifiesta la imagen como un dispositivo que te permite acceder a la bonanza o la notoriedad o salvación. ¡Si tan solo supiéramos que también puede ser la condena! Dicho de otro modo, la imagen como testigo, la imagen como negocio, la imagen como obsesión y la imagen como accesorio de la narrativa personal colindan en una carambola sci-fi súper genial y súper excéntrica.

Por último, huelga decir que Daniel Kaluuya, Keke Palmer y Brandon Perea —triada estelar de Peele— reclaman las miradas del espectador y canalizan fantásticamente la divertida visión del realizador.

Si la vas a ver, busca la pantalla más grande a tu alcance. Si es IMAX, mucho mejor, porque ¡NOP! es una pieza de gran formato no solo en lo técnico, también en lo conceptual y narrativo.


Texto por Arturo Garibay para TOPCINEMA
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