★ ★ ★ | Por Arturo Garibay

La primera década del siglo XXI fue tan emocionante como convulsa. El mundo se estremeció no sólo por el cambio de siglo, sino por las no pocas tormentas que afrontó la humanidad. En la cultura, también fue una época efervescente.

El documental MEET ME IN THE BATHROOM nos lleva directo al Nueva York de fines del siglo XX y albores del XXI para mostrarnos las chispas que encendieron la escena del rock de hace dos décadas. En la pieza, se nos presentan —con entusiasmo pero también con cierta frivolidad— los orígenes compartidos —o, por lo menos, tangenciales— de bandas como los Strokes, los Yeah Yeah Yeahs, Interpol, The Rapture, TV on the Radio, Liars y LCD Soundsystem.

Para quienes vivimos ese boom sonoro, la pieza es de gran valor anecdótico, de conexión sonora instantánea. Con todo y a pesar de haberlo difrutado, tengo que admitir que me parece que MEET ME IN THE BATHROOM tiene problemas de estructura, ritmo y superficialidad. El fenómeno abanderado por las bandas ya citadas no fue exclusivamente de forma, sino también de fondo: Verlos en la pantalla surgir, triunfar y sufrir los embates de la gloria no basta, pues creo que todas son y/o fueron agrupaciones capaces de compartirnos una declaración de intenciones (artísticas, creativas) que la película sólo aborda “por encimita”.

Will Lovelace y Dylan Southern, directores de Shut Up and Play the Hits —el fantástico documental sobre la despedida en falso de LCD Soundsystem— se acompañan de los editores Sam Rice-Edwards y Andrew Cross, así como la productora Vivienne Perry, para realizar MEET ME IN THE BATHROOM.

Estrenada en los festivales de San Sebastián y Nashville, esta pieza para melómanos dejó su huella en In-Edit México como una de las piezas más interesantes y llamativas de la selección, con sus virtudes, personajes… y algunas promesas sin cumplir.


Crítica por Arturo Garibay para TOPCINEMA
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