★ ★ ★ ★ | Por Arturo Garibay

La buena racha del cine de terror continúa con el estreno de HÁBLAME, la película australiana dirigida por los hermanos Michael y Danny Philippou, la cual ha resultado ser una agradable —y exitosa— sorpresa de cariz sobrenatural. La pieza es atrapante y entretenidísima, nos vende su concepto habilidosamente y nos engatusa de cabo a rabo. Queda claro por qué A24 decidió adquirirla para su catálogo, esto tiene pinta de película generacional.

En HÁBLAME, veremos a un grupo de adolescentes que se divierten contactando espíritus del más allá. Para hacerlo, deben tocar una mano embalsamada, la cual supuestamente perteneció a un médium. La aterradora experiencia les parece graciosa hasta que, durante uno de los trances, una fuerza maligna cruza a nuestro mundo con consecuencias fatales.

Lo primero que hay que destacar del filme es la manera en la que encaja dentro de la tradición del cine de almas en pena y posesiones, así como en el legado del terror adolescente. Es claro que los Philippou conocen el terreno, entienden las reglas del género y saben cuándo honrarlas y cuándo es el momento de doblar las vigas. Eso hace que la experiencia, con sus tropos y recurrencias, se sienta fresca. Y no sólo eso, la película tiene uniformidad tonal y conceptual destacada. ¿Es muy operaprimista? Sí, pero en el mejor de los sentidos.

Otro gran acierto es Sophie Wilde, la joven que asume el reto de su primer estelar en un largometraje para la gran pantalla. Wilde parece entender con claridad el propósito del relato: lo que en otras actrices y personajes podría resultar chocante o bobo, en sus manos se vuelve efectivo, congruente con el relato y sus consecuencias.

En fin, si vas a ver HÁBLAME, prepárate para ver a un puñado de adolescentes con poco criterio tomando las peores decisiones, hundiéndose en una pesadilla atroz de la que parece no haber escapatoria… y todo a punta de necedad e inmadurez. No te extrañe si el día de mañana, HÁBLAME se consagra dentro del acervo del cine de terror o se vuelve película de culto. Apenas la he visto y no la he masticado lo suficiente para afirmar, como otros, que es una obra maestra; pero sí es la promesa de un relato que podría ganar muchos afectos con el paso de los años. Es más, es como si EL ARO y SCREAM estuvieran en la pubertad y se echaran un manoseo tan torpe como sabroso.


Texto por Arturo Garibay para TOPCINEMA
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