El director Juan Pablo González transita del documental a la ficción con DOS ESTACIONES, su más reciente largometraje que, tras un nutrido y celebrado circuito de festivales, al fin llega a salas de cine para encontrarse con las miradas del gran público. “Este es el momento al que toda película debería llegar, ese instante en el que finalmente va a estar disponible en diferentes salas, al mismo tiempo, en distintas ciudades del país. Obviamente, los festivales son increíbles, pero que se pueda ver en pantallas de México me da mucha emoción y felicidad”, comenta el realizador.
En palabras de González, “el filme cuenta la historia de María García (Teresa Sánchez), una mujer que es dueña de una fábrica de tequila y lucha por conservarla en un momento atípico en la región de los Altos de Jalisco, donde muchas de estas fábricas están desapareciendo porque no pueden competir con las empresas más grandes o porque están siendo compradas por extranjeros”.
De cara al estreno de DOS ESTACIONES, charlamos con su director y coguionista sobre este premiado largometraje que, como valor agregado, está emplazado en una de las regiones más represenativas de Jalisco.
¿Cómo fue tu recorrido creativo para encontrar el tono de la película, para descubrir cómo querías que la película se contara?
Fue un proceso paulatino. Yo había hecho ya cine documental, así que creo que tenía que descubrir cómo iba a construir esta ficción. Durante mucho tiempo, estuve yendo a Atotonilco un par de veces al año para filmar algo, a veces eran escenas documentales, a veces escenas que habíamos guionado y las ensayábamos, así de cierto modo íbamos encontrando ese tono. Además, me interesaban ciertos recursos estéticos como las tomas fijas, una puesta en cámara donde no hay demasiada cobertura de ángulos, planos largos… cosas de estilo que ya había desarrollado con mis cortos y con CABALLERANGO, el largo documental. En contraste, también me interesaba explorar cómo podía mover la cámara, así que integramos escenas con steadicam. Y hay muchos elementos como de “no ficción” en la película, y todo eso viene de que, como director, yo me siento muy cómodo en ese espacio. Diría que en “prueba y error” fuimos alcanzando el tono de la película.
En este sentido, ¿qué clase de conversaciones tuviste con tu cinefotógrafo, Gerardo Guerra?
El trabajo con Gerardo fue muy completo. Empezamos a trabajar en 2017 en la película, siempre estuvo presente. Tuvimos, por ejemplo, muchas conversaciones sobre cómo retratar el paisaje de modo que, primero, fuera diferente a como lo había ya hecho yo en mis películas anteriores y, segundo, que no fuera un retrato estereotípico del paisaje agavero. Es complicado filmarlo porque en él hay una carga muy fuerte de tipo cultural, social, ideológica, histórica… muy arraigada en la idea de México. Así que nos preguntábamos: “¿cómo retratamos este paisaje sin romantizarlo y sin reproducir los clichés del mundo publicitario o de cierto cine mexicano?” Y, por supuesto, también tuvimos muchas conversaciones sobre la luz, cómo aprovecharla, cómo estudiar la luz del lugar, qué referencias necesitábamos, en fin.
Cuéntame sobre el proceso de elegir a Teresa Sánchez y consolidar al resto de tu elenco…
Conozco a Teresa de un cortometraje que hicimos años atrás y también de las películas en las que ha actuado. Siempre me ha parecido que tiene una presencia a cuadro que no puedes dejar de notar. Sé que ella tiene un rango actoral enorme y sentía que nunca la había visto en un personaje como éste. Yo deseaba trabajar este personaje con ella, tiene un control interpretativo que yo no he visto en otra persona con la que haya trabajado. Y es increíble al momento de trabajar con actores que no están entrenados formalmente, actores naturales. La mayoría del elenco es así. De modo que era importante que quien interpretara a María tuviera herramientas para interactuar con la realidad desde la ficción.
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Texto por Arturo Garibay para TOPCINEMA
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