★ ★ ★ | Por Arturo Garibay
Majadera, escatológica e hilarante. De verdad que HIJOS DE PERRA es divertidísima, te doblará de la risa… pero también de las náuseas. El largometraje de Josh Greenbaum es una galería de chistes vulgares e imágenes escatológicas. Dicho de otro modo, esta flamante comedia estadounidense con las voces originales de Will Ferrell y Jamie Foxx no es apta para estómagos suaves ni personas con “asquito”.
Reggie es un perrito desgarbado que cree que su amo lo adora. Nada más lejos de la verdad. Cuando juegan a “atrapar la pelota” en ubicaciones remotas, lo que su amo espera es deshacerse de él. Pero Reggie ni se entera y siempre logra volver a casa.
Más allá de su grosero y certero sentido del humor, más allá de lo genuinamente chistosa que es, no dejo de preguntarme si, gráficamente y en su afán por ser chistosos, el equipo creativo del filme estiró la liga demasiado hasta reventarla.
Con una trama magnética y unos perritos carismáticos —no puedo hablar a detalle del elenco original porque vimos la película doblada… y el doblaje es irregular, hay quien funciona muy bien y quien se queda flat—, HIJOS DE PERRA intenta ser provocadora e incómoda en sus imágenes, pero nada más porque sí. Es una pena quedarse en ese nivel.
Uno de los más grandes poderes de la comedia es su capacidad para decir la verdad: usar la comedia para “pedos, pis y popó” nomás porque sí me parece una oportunidad perdida. La película abre muchas puertas en su trama para discutir desde la risa el papel de las mascotas en nuestra vida, la amistad y la dignidad de los individuos… pero sólo se queda en las embarradas de caca, que dan risa pero no abonan discurso. Y creo que se pueden lograr ambas cosas: el chiste soez y el comentario edificante.
En fin, HIJOS DE PERRA es una peli de humor bien gringo que brilla en lo cómico pero trivializa su propia propuesta, a la que le sobra motivación pero le falta propósito.
Texto por Arturo Garibay para TOPCINEMA
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