★ ★ ★ ★ | Por Arturo Garibay
Hércules Poirot está de regreso en CACERÍA EN VENECIA, una envolvente y elegante mezcla de misterio y terror. Yo me la he pasado muy bien en el cine, mi primer impulso ha sido pensar que se trata de la mejor película de Poirot que el irlandés Kenneth Branagh ha dirigido a la fecha.
Retirado y autoexiliado en Venecia, el detective Poirot recibe la visita de una escritora y amiga (Tina Fey), quien lo invita a una sesión espiritista. Hércules no podría estar menos interesado, al menos hasta que se ve obligado a entrar en acción pues un asesinato tiene lugar después del ritual sobrenatural. Ahora, nuestro audaz protagonista comienza a dudar si todo puede explicarse a través de la razón o si en verdad existen los fantasmas.
En primera instancia, destacaré el trabajo de cámara y dirección de arte. En general, la plástica es uno de los grandes aciertos del filme. El director de Mucho ruido y pocas nueces (1993) se reencuentra con el cinefotógrado Haris Zambarloukos, con quien trabajó las imágenes preciocistas de BELFAST. Esta nueva colaboración con el chipriota ha dado frutos, pues CACERÍA EN VENECIA tiene un look and feel sensacional, nos sirve un eye candy exquisito, oscuro, misterioso. El tándem visual lo completa el trabajo del diseñador de producción John Paul Kelly (La teoría del todo), quien se ve que ya se la sabe cuándo se trata de facturar vestuario de época que, además, debe estar bien bordado con la atmósfera y abonar a la identidad de los personajes.
Empero, quizás sea lo más valioso del filme la forma en que Branagh eleva esta secuela por encima de sus dos sólidas y entretenidas antecesoras. El realizador no se conforma con repetir la fórmula de misterio, sino que le inyecta al relato ingredientes de terror, con mucha clase y finura, pero de terror al fin.
De este modo, CACERÍA EN VENECIA te da justo lo que esperas de un misterio detectivesco à la Agatha Christie, pero con un cariz más tétrico que sus dos antecesoras. En esta ocasión, no hay sólo intriga y duda, también hay un desasosiego perpetuo que nos conduce a una crisis de capacidad, de fe hasta cierto punto, en nuestro protagonista.
Es así que la «cacería» revela su exploración temática: ¿qué pasa si toda tu vida has creído que el mundo es de cierta manera pero encuentras «evidencia» de que, en realidad, podría ser de otro modo? En el caso de Poirot, casado con la lógica y el pensamiento frío, se encuentra ante un asesinato que podría exigirle abrir su mente hacia un mundo de espíritus, de fantasmas, de las posibilidades de que exista un «más allá» en comunicación con nuestro plano existencial. ¿Está Poirot ante un crimen que no puede probarse con deducciones, que no puede desenredarse siguiendo las pistas?
En fin, vale la pena emplazarse en este viaje de la mano de Hércules Poirot y Kenneth Branagh, la experiencia es entretenida e inquietante, una vez más.
CACERÍA EN VENECIA es un estreno de 20th Century Studios.
Texto por Arturo Garibay para TOPCINEMA
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