Este 2 de noviembre se estrenó el filme dirigido por Carlos Carrera. Uno de sus protagonistas habló sobre su experiencia con este director y lo que vivirá el público al ver la película.

Una familia acomodada de la Ciudad de México está conmocionada por la desaparición de su hija pequeña. Por la noche, horas después de su desaparición, uno de los captores llega a la casa. Ha venido por el rescate… pero lo que quiere no es dinero, sino una confesión. Alguien en la familia está ocultando una atrocidad, y el captor los obligará a revelar las cosas más terribles que cada uno ha hecho en sus vidas. La película está protagonizada además por Claudia Ramírez, Emilio Treviño y Juan Manuel Bernal.

¿Qué clase de experiencia va a vivir el público que va a ver “Confesiones”? ¿Qué tipo de película es?

Soy malo para clasificar los géneros, creo que esta se inscribe dentro del drama, pero es una película llena de sorpresas. Creo que toma al espectador en un punto y lo desafía, lo lleva por un camino de esos que van sumando emociones. No es una película que uno pueda ver tranquilamente. Si hubiera que poner una frase publicitaria, diríamos que es una película que no te dejará en tu asiento, además de que hará que tu corazón lata fuerte.

¿Cómo fue el trabajo con el director Carlos Carrera en el set? ¿Cómo es su forma de dirigir a su elenco?

Es un gran director, me llamaba la atención que le llamaran “maestro Carrera”. Yo no lo conocía, sabía los trabajos que había hecho, es un hombre con modos muy tranquilos, muy suaves. Y me llamaba mucho la atención porque en Chile, uno usa la palabra “maestro” para referirse a los albañiles, no se usa como se entiende la palabra, es decir, para referirse a una persona que tiene maestría en lo que hace. Pero al segundo día me di cuenta de por qué le dicen así, pues es un “maestro” del arte que realiza. Es impactante la tranquilidad que tiene, cómo conoce y domina su trabajo, cómo cuida los detalles y la claridad que tiene, y sobre todo, lo consciente que está de a dónde dirigirse.

Me sorprendió mucho, porque tiene una personalidad muy calmada, es un señor muy amable que poco a poco va despertando el demonio que lleva dentro. Se convierte en un energúmeno en el buen sentido, que te exige cada vez más, y eso es fascinante en un director, porque terminas confiando en él y te entregas.

Tengo la sensación de que en la película en términos de actores hay una “coralidad”, se ve que logran una sinergia. ¿Cómo se logró esto?

Sí, hay una coralidad total. Estábamos todos los actores en una sola locación durante todo el tiempo. Esto no es ningún spoiler, gran parte de la película transcurre durante la noche. Para lograr eso, tuvieron que oscurecer, pusieron una gran carpa que oscureciera la casa, lo que tuvo un efecto psicológico impactante entre los actores. Pero desde el principio, cuando comenzamos las lecturas y los ensayos, ya sabíamos que iba a ser intenso, pero que teníamos que establecer confianza entre nosotros, ya que íbamos a estar juntos todo el tiempo en un lugar fijo. Por tanto, tuvimos que tener esa coralidad, que se establece de diferentes maneras. Como la película tiene mucha intensidad, comenzamos a conocer a los actores y a distendernos, por ejemplo, con bromas y risas. Se estableció una bonita relación, fue muy interesante, y puedo decirte que todo se dio gracias al director.

Que le digan a Carlos Carrera “maestro” es lo acertado, porque lo es realmente.


Texto por Brisa Barbosa / Entrevista Arturo Garibay