Por una noche, MEDEA (1969) de Pier Paolo Pasolini regresó a la pantalla grande gracias a FILm, el ciclo de cine de la Unión Europea que se celebra en el marco de la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara.

Pero la imponente y devastadora pieza no llegó sola. La escritora Dacia Maraini presentó QUERIDO PIER PAOLO, un libro sobre su amistad con Pasolini. Película y texto convocaron al público para un programa doble —proyección y conversatorio— donde la figura del cineasta fallecido en 1975 estuvo en el epicentro. La autora charló sobre el proceso creativo de su viejo comparsa, sobre su identidad, sus emociones privadas, su sensibilidad y su imagen pública.

Por supuesto, el punto de partida fue MEDEA. La función recién terminaba, las luces acababan de encenderse y todos estábamos aún sumergidos en la efervescencia emocional y el magnetismo visual del relato protagonizado por una diva eterna: Maria Callas, tótem cultural para el gran público, objeto de fascinación para el cineasta.

«Siempre tuve una gran amistad con Pasolini», recuerda Maraini sobre los días en los que el realizador italiano pensaba en rodar este filme. «Platicamos mucho sobre su pasión por Maria Callas y los mitos griegos, que eran parte de la experiencia cultural de Pier Paolo».

Se ha contado que la relación entre Callas y Pasolini no era equitativa, que los sentimientos en ambas direcciones no eran equivalentes, pero Maraini lo sopesa de otra manera: «No diría que era una relación asimétrica entre ambos. Había pasión entre los dos, estaban unidos por su fascinación por el arte y el mito. Era un amor verdadero, recíproco. Sólo que Pasolini sentía un amor platónico, mientras que Callas quería cambiar ese tipo de amor por el de un matrimonio».

«Quisiera agregar que Maria era una mujer dividida», añade la escritora toscana. «En el escenario era un dragón, una potencia, era eléctrica, mostraba una personalidad fuerte. Pero en lo privado era una niña griega, perdida y frágil». Incluso recuerda el momento en el que conoció a la cantante: «Yo pensaba que Maria iba a ser una diva, complicada; pero me equivoqué, era muy sencilla y accesible».

En ese sentido, Dacia recapitula que, incluso en el agreste rodaje de MEDEA, la estrella siempre mantuvo una buena actitud. Fue un proyecto que significó mucho para ella no sólo por la compañía de Pier Paolo, sino por el momento que pasaba en su vida. «Callas llegó al rodaje de MEDEA justo tras terminar una relación que la hizo muy infeliz: la que sostuvo con el magnate griego Aristóteles Onassis. Mientras que él era duro y violento, Pasolini era tierno y dulce».

Esto último puede resultar para muchos una revelación, sobre todo por la imagen incendiaria que se ha construido en torno a Pasolini tanto en las conversaciones públicas como en los artículos, reportajes y textos sobre su vida. Maraini sostiene que «Pasolini tenía dos facetas, había una imagen pública que era dura y política, pero en lo privado era alguien lleno de dulzura».

«Una noche, fuimos al teatro, el público era romano y burgués. Después fuimos a un café, llegamos con Pasolini y todos los que estában ahí se pararon y se fueron, como si él tuviera la peste», rescata la escritora en este ejercicio de memoria frente al público tapatío. «En la vida cotidiana de Italia, se le consideraba un enemigo público. Pero era culpa de los medios, que lo representaban como alguien peligroso, le deformaron su identidad, porque contaba verdades que incomodaban. Es cierto que era homosexual, pero el asunto no era ése. [Luchino] Visconti era homosexual también, pero a él no lo molestaban. Lo que pasa es que Pasolini se la pasaba diciendo verdades que incomodaban».

Dacia recuerda que ambos —ella, muy racional; él, muy emocional— llegaban a tener visiones contrastadas en ocasiones, pero que su amistad siempre estuvo por encima de cualquier discusión o diferencia. «Por ejemplo, Pasolini no era feminista, porque decía que cada manifestación de protesta lleva al poder, así que él más bien era anarquista. Él no estaba contra las mujeres, su postura no era «antifeminismo», sino que era «antiprotesta», siempre sostuvo que cada protesta termina por convertirse en una estructura de poder. La derecha decía que era de izquierda, y viceversa; él estaba inscrito el partido comunista».

«Pasolini creía en los sentidos, en la sensorialidad, no creía que la razón fuese un auténtico medio de acceso al conocimiento», añade la autora, quien complementa esta idea diciendo que, curiosamente, «la esencia de la vida de Paoslini era pasar por la contradicción. Porque las contradicciones eran su dolor y su felicidad. El personaje de Medea representa el mundo arcaico, es una hechicera, pero él no condena a Medea, aunque cristianamente debería. Es que su obsesión era el mundo arcaico. Se ve que hay simpatía hacia ese mundo y hacia ella». Lo paradójico es que «aunque Pasolini amaba la sensibilidad y la carnalidad, no negaba la razón, no era estúpido», concluyó.


QUERIDO PIER PAOLO es una publicación de Galaxia Gutemberg, distribuido en México por Colofón.


Texto por Arturo Garibay para TOPCINEMA
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