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¡Demencial e hilarante! ¡El Mono se merece un redoble de tambor! Osgood Perkins reitera su posición como una de las voces de referencia del terror contemporáneo gracias a esta pieza en la que conviven —sin pisarse los callos— el terror sanguinolento y la comedia de disparate. El resultado es pura diversión.
Conocido por su adaptación esteta de Hansel & Gretel y por la aclamada y brutal Longlegs, Oz Perkins nos muestra que no es un changuito de un solo truco. El realizador le voltea la cara (al menos por el momento) al elevated horror para entregarnos una experiencia más chocarrera. Su sello es, en todo caso, el dominio que tiene del terror en todas sus texturas, así como su capacidad para formular puestas en cámara de una pulcritud brutal, incluso cuando se trata —como en este caso— de reventar cráneos o mutilar extremidades.
Dicho de otro modo, Oz es un perito del terror, su pulso audiovisual es certero, avezado, no le teme a ser exquisito, a ser cruel, a ser absurdo, según se requiera.
Inspirada en un relato de Stephen King, El Mono cuenta la historia de dos hermanos gemelos que, en su juventud, encuentran un chango tamborilero de juguete en el viejo armario de su padre ausente. Pero el artefacto de cuerda es más peligroso de lo que parece: cuando el mono toca, alguien muere de una manera por demás atroz.
Perkins filma una pieza que, además, explora los terrenos del coming of age en dos bandas: primero, a través de las complejidades inherentes a tener un hermano gemelo y, después, a través de la mirada de un padre que se muestra insolvente al tratar de gestionar la relación que tiene con su hijo adolescente.
Cabe agregar que Theo James nos entrega una de las mejores interpretaciones de su carrera. El actor británico logra hacer del terror ramplón un escaparate para mostrarse en buena forma histriónica. Quién lo diría.
En fin, EL MONO es terror percutivo, descabellado y hasta insólito. Aquí, todo se vale.
EL MONO es un estreno de Corazón Films.