Hablar de enfermedad terminal, miedo y despedidas no es sencillo. Sin embargo, Las Mutaciones, la nueva película de Jorge Ramírez-Suárez, aborda estos temas desde un balance muy preciso entre el drama y un humor que nunca banaliza el dolor, sino que lo matiza, lo humaniza y lo vuelve más accesible. Durante una conversación con TOPCINEMA, el director y las actrices Mónica del Carmen (Elodia) y Verónica Langer (Teresa) compartieron cómo construyeron esta historia marcada por la ternura, la vulnerabilidad y la posibilidad de reír incluso en los momentos más oscuros.

Una adaptación que abraza el humor sin perder el corazón

Para Ramírez-Suárez, adaptar la novela de Jorge Comensal significó encontrar un tono híbrido, fiel al espíritu del libro sin replicarlo de manera literal. “La novela tiene esta cosa trágica, pero también tiene mucho sentido del humor”, explicó el director. “No es comedia exagerada o fársica; es humor que surge de las situaciones y de los personajes”.

Ese equilibrio lo encarna Elodia, interpretada por Mónica del Carmen, una cuidadora espontánea, luminosa y llena de ocurrencias que acompaña a Raúl, un hombre que enfrenta el avance implacable de una enfermedad. Ella funciona como contrapunto emocional dentro de la tragedia. “Elodia es el soplo de vida”, cuenta la actriz. “Representa mucho del humor mexicano: en las peores situaciones, alguien llega a darte fuerza, alegría, simpatía. Sin ese humor, la historia sería crudísima”.

El director destaca también el papel de la doctora Teresa, interpretada por Verónica Langer, quien irrumpe en la historia como una presencia que abre un nuevo espacio emocional para el protagonista. Langer describe a su personaje como alguien que ha lidiado de cerca con la muerte, tanto profesional como personalmente. “Es una mujer que entiende que la muerte es parte de la vida. Le quita peso a Raúl y lo ayuda a conectarse con otras partes de sí, no tan oscuras. Le da un poco de placer, de tranquilidad, desde un lugar que no está cargado de la angustia familiar”.

Ramírez-Suárez subraya que la combinación de tonos demandó un trabajo actoral muy preciso: “El elenco logró estar en el mismo mood, desde Tony Dalton —en el papel de Raúl— hasta el resto del reparto. Todos transmiten emociones sin irse al melodrama y sin perder la dimensión humana”.

Parte esencial del proceso fue la adaptación misma. “Es la primera vez que adapto una novela”, relata el director. “Tomar personajes ya desarrollados me dio una base sólida. Claro, hice cambios: elegí centrarme en la historia de Raúl, Elodia y el perico, dejando fuera personajes secundarios. Jorge Comensal leyó el guion y me dijo: ‘Veo mis personajes, veo mi historia, pero es otra cosa’. Y cuando vio la película, quedó muy contento”.

Guadalajara como territorio emocional y creativo

La filmación se llevó a cabo en Guadalajara, una decisión que transformó la dinámica del equipo y dio a la película una identidad visual fresca. “No me gusta filmar en la Ciudad de México”, confesó Ramírez-Suárez. “Aquí se repiten las mismas locaciones. En Guadalajara pedí escenarios donde nadie hubiera filmado. Eso cambia todo”.

El rodaje fuera del caos capitalino creó una suerte de burbuja creativa que benefició al elenco y al equipo técnico. “Filmar en otra ciudad da otra intimidad”, añade Verónica Langer. “No corres al tráfico, no sales corriendo a tu casa. Te concentras, convives, trabajas desde otro lugar emocional”. Mónica del Carmen coincide: “La casa era casi un personaje más. Había calma, tiempo para montar las escenas y explorar”.

Ese ambiente terminó impregnando la pantalla y aportando una atmósfera especial, más pausada, más cercana y profundamente humana.

Una historia universal que invita a conversar

Las Mutaciones ha encontrado respuestas emotivas en diversos festivales. “En Morelia, Madrid y Los Ángeles la gente se reía en los mismos lugares y lloraba en los mismos lugares”, comparte Ramírez-Suárez. “Eso me dice que la película comunica lo que debe comunicar”.

Las actrices también ven en la cinta una oportunidad para abrir diálogos urgentes. “El cine permite hablar de estos temas escabrosos”, reflexiona Mónica del Carmen. “Si le pasara a alguien cercano, ¿qué haríamos? La película abre puertas al diálogo y a la emoción”.

Para Verónica Langer, la fuerza del filme está en su universalidad: “Es un tema que puede pasar en México o en cualquier lugar del mundo. Todos enfrentaremos el final de nuestra vida, y lo que Mutaciones muestra es ese momento inevitable desde una mirada sensible: cómo las fuerzas que rodean a una persona pueden sostenerla, confrontarla o iluminarla”.

En su mezcla de dolor, humor y humanidad, Las Mutaciones no sólo adapta una obra literaria: propone una mirada honesta y empática hacia la fragilidad humana, recordándonos que incluso en la enfermedad persisten la risa, la compañía y la posibilidad de reinventar nuestros últimos días


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