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Por Arturo Garibay

Arrancamos la historia con una mujer que, como una suerte de ninja rural, entra en un hotel-casino para robar jabones, papel sanitario y otros artículos básicos de higiene. Acto seguido, la vemos darle aventón a un niño que camina rumbo a su escuela. Pronto descubriremos que la mujer y el pequeño son maestra y alumno en un relato que rebana un instante de vida en las rutinas de ambos personajes.

ERICA TREMBLAY, cineasta indígena de la nación Seneca-Caguya, oriunda del estado norteamericano de Oklahoma, EEUU, firma así un cortometraje que se emplaza frente a dos vidas cotidianas, casi anquilosadas. No hace falta saber mucho sobre la maestra y su estudiante para empatizar con ambos: ella se mueve con un desgano notorio y, aún así, da la impresión de que nunca deja de empujar hacia adelante ni de hacer lo que se tiene que hacer. Él siempre está con la cabeza hundida, aguantando y tragando la furia.

El corto ofrece un trabajo visual bastante lindo. Su belleza cinefotográfica yace en el hecho de que lo que filma es la vida en su estado natural, en sus facetas más usuales, en lo que impone la fuerza de la costumbre, en un estado casi inerte. Tiene una textura casi documental. Es un cortometraje de «no pasa nada» donde en realidad está pasando mucho, pues nuestros dos protagonistas van lidiando con las emociones inevitables de un día terriblemente normal.

La atmósfera también hace su aportación: el corto fue filmado en los espacios y paisajes de una reserva rural de Okhlahoma. No es necesario estar versado en la cotidianidad ni en las vicisitudes de las comunidades indígenas estadounidenses para comprender el peso de su entorno ni de los temas que tendrían que ser dialogados.

Con todo, más que ofrecer una declaración contundente con ecos universales, el relato entrega como una postal o como un relato muy local. No que eso esté mal, queda claro que el arco de la historia buscaba un efecto así: establecer más preguntas que respuestas. Por otra parte, es sustantivo que los realizadores apuesten por las historias que hablan de lo propio y que tienden puentes hacia sus realidades locales.


LITTLE CHIEF tendrá su premiere mundial en la edición 2020 de Sundance el 27 de enero para un total de cinco proyecciones junto al largometraje LA LEYENDA NEGRA de Patricia Vidal.

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