★ ★ ★ ★ | Por Arturo Garibay

La amistad, la maduración y el entendimiento aparecen en la médula de LUCA, la nueva película animada de Disney/Pixar. El estudio sigue probando su sensibilidad al respaldar a cineastas con voces e historias interesantes, así como con propuestas visuales impecables.

Luca vive en el fondo del mar con su familia, cerca de un pueblito pesquero italiano. El chico es una criatura marina que pasa el tiempo pastoreando peces hasta que, un día, encuentra un par de objetos de la superficie. Es así que su camino se cruza con el de Alberto, quien le revelará una verdad sobre su especie: al salir del agua, Luca se convierte en ser humano. Juntos, Luca y Alberto forjarán un lazo de amistad a partir de un objetivo común: los chicos quieren comparse una Vespa para así huir de sus respectivas realidades, recorrer el mundo y vivir aventuras.


Dirigida por Enrico Casarosa, LUCA es el primer largometraje del también director del bello corto La Luna. LUCA es una relato sencillo y lindo. Resulta imposible no doblegarse ante sus encantos. Pero también me parece que LUCA es la cinta más ligera de la cartera de Pixar. Tomemos en cuenta que el estudio de Emeryville, California suele guardar mensajes y reflexiones potentes —incluso de talante filosófico— muy bien mimetizadas en sus historias.

Puede que en LUCA no encuentres una reflexión arrolladora sobre la inquebrantable relación entre padres e hijos (Buscando a Nemo), los sentidos de identidad y pertenencia (Toy Story), el manejo de las emociones (IntensaMente), el amor y los inescrutables caminos de la vida (Up) o hasta la trascendencia del alma (Soul). Pero vaya que LUCA es una pieza encantadora —aunque un poquito cliché— sobre la amistad y los miedos infundados ante lo desconocido. Hay en la película, cierto, trazas discretas sobre xenofobia cotidiana, pero que sabe más a una ictofobia colectiva (miedo a los animales del mar) y se diluye en las dulzuras del relato.

Empero, en LUCA pasa lo que en muchas de las mejores películas de monstruos: El «monstruo» (o la criatura a la que no reconocemos como humana) nos invita a pensar en la otredad. En esta película nos encontramos con que la otredad es diferente pero igual o más humana que uno. Nos encontramos que el otro es distinto a mí, pero también es mi reflejo y/o complemento. Que no hay una sola forma de ser. Sí, insisto en que en forma y fondo la película es algo cliché, pero eso no le resta un ápice de belleza. Los más pequeñitos van a adorarla mientras los más grandes nos divertimos de principio a fin. No puedo dejar de subrayar que la peli es un goce.


Aquí es donde aparece la parte visual. Pixar nunca defrauda gráficamente. Qué cosa tan hermosa de animación. El estudio sigue perfeccionando su arte con cada producción. En LUCA, la paleta de color, los escenarios inspirados por la Riviera italiana y el diseño de personajes suman un todo para el deleite de tus ojos. Del mismo modo, la partitura de Dan Romer y el cancionero que incluye las voces de Maria Callas, Mina, Edoardo Bennato y Rita Pavone aportan para que nos transportemos al microcosmos de Luca y Alberto mientras su entendimiento del mundo se va expandiendo.

Del mismo modo, sus referencias —las intencionales y accidentales— son una cosa fantástica. Que no te extrañe si durante la película se te vienen a la cabeza momentos, motivos o situaciones de piezas como La Sirenita de Clements & Musker, La forma del agua de Guillermo del Toro o Porco Rosso de Hayao Miyazaki.

Definida como Casarosa como «una carta de amor a los veranos de juventud«, es justo decir que la película efectivamente captura ese espíritu. Es una linda película sobre la infancia y la puerta hacia un mundo menos pueril, pero igualmente mágico. La película contagia una alegría irrenunciable. Es imposible no sonreír, no sentir el cálido sol italiano… o, de menos, el cálido abrazo de las amistades de la niñez.


LUCA es un estreno de Disney/Pixar. Disponible ya en Disney+.

P.D. Esta película cuenta con una breve y singular escena post-créditos.