★ ★ ½ | Por Arturo Garibay

Opinión impopular: ya tuve suficiente de Rápidos y Furiosos. Pero lo digo en serio. Nunca he sido fan recalcitrante de la franquicia, aunque reconozco que algunos de sus títulos (3, 5 y 7, en específico) me han resultado súper entretenidos y emocionantes. Este no es el caso de la novena cinta del serial fílmico de Toretto.

Con el paso de los años —y las secuelas— la historia de estos personajes ha pasado por mucho detallado, laminado y pintura pero, francamente, ya necesita una nueva pimpeada a fondo. Algo así como cuando evolucionó de ser un relato criminal en el mundo de los arrancones hasta convertirse en una aventura de intrigas internacionales y amenazas globales. Porque, en este momento, RÁPIDOS Y FURIOSOS 9 nos sirve pan con lo mismo.


Toretto (Vin Diesel) y Letty (Michelle Rodríguez) se han retirado y llevan una vida tranquila. Sin embargo, pronto el peligro volverá a llamar a su puerta. La nueva conspiración global que deben detener involucra un dispositivo conectado a un satélite y que desatará un caos global. Tras la fechoría se encuentra Jakob Toretto (John Cena). Sí, el hermano de Toretto que no conocíamos. Y todavía más atrás, en el telón de fondo, aparece la archivillana Cipher (Charlize Theron), que se ha consagrado ya como una pieza infaltable en la intriga.

¿PROBLEMAS DE AFINACIÓN Y BALANCEO?

Rápidos y Furiosos 9 guarda pocas sorpresas. Todo su factor «wow» es de carácter acrobático: la producción ha decidido darle un empujón casi chocante a las hipérboles de acción para llevar a los pilotos de arrancones más allá de lo que cualquier otro piloto haya llegado. Y lo digo literalmente. Si uno tiene sentido del humor, va a reírse mucho. En mi caso, me partí a carcajadas. Pero no me reía con la película, sino de la película, que raya en lo ridículo.

En este aspecto, debo decir que una de las cosas fantásticas de la saga a la fecha era su capacidad de convencernos de que lo implausible era posible en su universo de ficción. Podíamos ver cualquier clase de exceso y lo creíamos. Lo aceptábamos como cierto porque eran Toretto y compañía, y ellos lo podían todo. Pero ya no es igual. Mi credulidad se ha desgastado y pude ver que la de los espectadores está en la cuerda floja. O la siguiente película tiene un guion monumental y apela a emociones rotundas, o podemos comenzar a registrar la debacle (fílmica, no financiera) de la franquicia.

En fin, que la cinta es pura parafernalia. Justin Lin, el director más experto en la franquicia, se ha quedado corto en emoción, que no en espectáculo. Los momentos estridentes y escenas que desafían todas las leyes de la física son muchas, como pasa siempre en esta saga, pero han sido llevados hasta el paroxismo y eso ya no cae tan bien. La película es puro despapaye visual. Y dirás: «eso no es forzosamente malo». Y concuerdo. Pero si miras más allá de su deslumbrante envoltura te darás cuenta de que RÁPIDOS Y FURIOSOS 9 está hueca, carece de cualquier emoción intensa. Hubo momentos en los que me sentí peligrosamente al borde del abismo del aburrimiento. No caí, pero casi.

Qué bueno que vi la película en el cine, porque si la hubiese visto en la tele, la hubiera quitado. Es cierto que es aceptablemente entretenida, pero no tiene nada que a mí, como espectador, me resulte especialmente atractivo. RÁPIDOS Y FURIOSOS 9 es, en todo caso, cumplidora. Pero «cumplidor» no es el adjetivo que queremos darle a una película de gran escala, a un blockbuster que promete ser arrollador. ¿Cierto?

Como cierre, hasta me voy a atrever a hacer una sentencia: RÁPIDOS Y FURIOSOS 9 es una de las películas más olvidables de la saga. Esta película debería ser la mejor película de acción del año. Y ya lo estoy poniendo en duda.


RÁPIDOS Y FURIOSOS 9 es un estreno de Universal Pictures. Ya en cines.

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