★ ★ ★ | Por Arturo Garibay
La expectativa puede ser algo muy bonito pues nos deja emocionarnos ante la llegada de esa peli que hemos esperado por mucho tiempo. Pero también es perniciosa, maligna, porque puede causar que se nos rompa el corazoncito. No dejo de pensar que tal vez dejé, sin darme cuenta, que las expectativas crecieran dentro de mí y eso le dio un poco al traste a mi encuentro cara a cara, oído a oído con QUERIDO EVAN HANSEN. O tal vez no fue culpa de las expectativas, sino que la peli de Stephen Chbosky simplemente no es la joya musical que nos prometieron que sería.
Evan es un chico de high school con un brazo fracturado y un problema de ansiedad social; siente que no encaja, es inseguro y no tiene amigos. Un día, un chico de la escuela decide firmarle el «yeso» (como decíamos en mi infancia) para que ambos puedan fingir ser amigos. Y eso es lo que Evan hará cuando suceda una tragedia.
Este musical firmado por el director de Las ventajas de ser invisible es la versión filmica del éxito de Broadway. El cancionero ha sido confeccionado por Pasek & Paul, la dupla detrás de éxitos rotundos del género como La La Land y El gran showman. Además, el protagonista es Ben Platt, quién interpretó originalmente al personaje en Broadway. Súmale que Platt ganó el Tony por ese papel y que a cuadro lo acompañan Amy Adams y Julianne Moore. En serio, ¿cómo evitas que las grandes expectativas se te metan hasta en las pupilas y los tímpanos?
Mira, voy a admitir que la película es linda, «aguanta» —como decimos por acá—, se deja ver… pero también se queda corta. QUERIDO EVAN HANSEN tiene un muy buen arranque, los primeros números musicales son resultones, tiernos, simpáticos, prometedores… pero la película no termina por dar el estirón en ningún momento. Por el contrario, en el momento en que llegamos al clímax, el tono se desmorona: el musical inspirador y entrañable se convierte en un melodrama desgarrador, excesivo, con el tono disparado por los aires. Sus emociones, que en el inicio son nítidas y hasta nos permiten reflejarnos en el relato, pierden toda proporción.
Es más, incluso hay un momento en la recta final del filme en la que parece que le tratan de dar a Ben Platt un momento á la Anne Hathaway en Los Miserables, ¿me explico? Me refiero a la escena de «I Dreamed a Dream», donde Hathaway nos pone a todos a llorar y donde declara con su actuación que se ganará todos los premios. Pues Platt pasa por algo parecido: una escena fulminante que… no funciona, que raya en la caricatura, totalmente mecánica y calculada. Y a nadie le gustan las emociones de diseño. Lo que quieres es emotividad genuina, incluso en un musical.
Lo que la película de Chbosky –y para el caso, el musical mismo– tiene a favor es que aborda un tema sumamente importante e imperativo: las enfermedades mentales. QUERIDO EVAN HANSEN aborda de manera accesible para el gran público lo terrible que es invisibilizarlas. La cinta habla sobre empatía, comprensión y lo importante es que no estigmaticemos a quienes las padecen. Y que no ignoremos las señales en nosotros mismos, que pidamos ayuda si creemos que la necesitamos. Los padecimientos psicológicos y/o psiquiátricos deben seguir bajo el reflector, el cine puede ayudar a que todos tomemos conciencia porque son un tema no solo de salud individual, sino de salud pública.
En fin, a manera de conclusión diré que el cancionero es pegadizo, los más facilotes con la música pop y con los showtunes caemos fácil en él. Personalmente, y aunque la película me dejó tibio con todo y sus buenas intenciones, no he dejado de reproducir el soundtrack. Empero, el cancionero no le alcanza a la película: reitero que QUERIDO EVAN HANSEN nos queda debiendo. Vinimos al cine a ver una película que nos hiciera llorar, emocionarnos, querer cantar a todo pulmón. Y pues no. El filme es un dulcesito rico, sí, pero no exquisito.
QUERIDO EVAN HANSEN es un estreno de Universal Pictures. Ya en cines.
Únete a la conversación usando #QueridoEvanHansen.
Crítica por Arturo Garibay para TOPCINEMA
Sigue al autor: Instagram | Twitter | Letterboxd