★ ★ ★ ½ | Por Arturo Garibay
El crimen verdadero que definió la historia de una de las marcas de moda más icónicas del mundo sirve como inspiración para dar vida a LA CASA GUCCI, el más reciente largometraje del celebrado cineasta Ridley Scott (Alien, Blade Runner, Gladiador). El filme ha estado haciendo olas mediáticas desde antes de su estreno porque se le ve potencial para la temporada de premios. Aunque lejos de ser la magnum opus de Scott, la pieza tiene argumentos histriónicos y técnicos para deslumbrar. El filme protagonizado por Adam Driver, Lady Gaga, Jared Leto, Al Pacino, Jeremy Irons y Salma Hayek es tan criminal como glamouroso.
En 1995, Maurizio Gucci fue asesinado. El otrora CEO de la totémica firma Gucci fue interceptado por un sicario que le disparó a quemarropa. La tragedia estremeció al mundo. En su momento, la justicia dictaminó que fue su ex esposa, Patrizia Reggiani, quien orquestó todo. En LA CASA GUCCI podremos ser testigos de la historia de amor, desamor, codicia, traición y muerte que vivieron Patrizia (Gaga) y Maurizio (Driver), desde cómo se conocieron hasta cómo su apellido se convirtió en sinónimo de tragedia… y lujo.
El aspecto interpretativo es uno de los ganchos estelares del filme. El reparto está cargado de nombres tremendos. Individualmente, cada miembro del elenco brilla; coralmente, la película está algo desarticulada, esa es la verdad. El llamativo trabajo de Lady Gaga —que magnetiza la atención del público en cada una de sus escenas y jala con fuerza los reflectores hacia ella— y la excentricidad actoral de Jared Leto están emplazadas a recibir nominaciones en cada una de las próximas entregas de galardones.
Por su parte, Adam Driver se desempeña con una sobriedad interesantísima y, creo, esa debíó ser la apuesta tonal para todo el elenco. Porque lo que pasa con LA CASA GUCCI es que encontramos a un reparto con mucho carácter, pero donde cada quien actua diferente, como se les viene en gana. Los Gucci de esta ficción son una familia italiana de la Toscana donde todos tienen un acento diferente, un carácter identitario inconexo entre ellos mismos. ¿Cómo explicarlo? Es como tener un equipo de futbol con puro jugador «individualista». Lo raro es (a) que sí se siente una conexión colaborativa entre los actores y (b) que este mismo año vimos EL ÚLTIMO DUELO, otra película de Ridley Scott donde, ahí sí, los actores están muy bien ecualizados y actuán con harta cohesión. Quién sabe qué pasó ahora. Pero bueno, eso no será un problema para que cada intergrante del elenco tenga sus propias posibilidades de ser celebrado por la industria en su awards season.
Los rubros donde el trabajo es impecable son de carácter plástico: El diseño de vestuario del filme —al fin y al cabo, LA CASA GUCCI es una película ambientada en el mundo de la moda— es de galardón o, de menos, de nominación. Lo mismo aplica para el diseño de producción y la dirección de arte. El viaje a la década de 1980 y los albores de los años noventa es total. La película de Scott tiene con qué pelear en caso de que la nominen en estos aspectos.
LA CASA GUCCI es una historia de crimen basada en hechos reales, sí, pero también es una historia sobre poder y avaricia, dos temas que tienen un efecto seductor frente al gran público. Nos encantan ese tipo de historias. Los ascensos y debacles de los poderosos funcionan muy bien en el cine, qué se le va a hacer. Y el filme está bien resuelto en el aspecto más importante: su capacidad para interesar al espectador, mantenerlo con la mirada fija en la pantalla y no soltarlo hasta el final.
Es así que LA CASA GUCCI le pone glamour y traición al 2021. Ese impulso que sientes por verla está totalmente justificado. No te reprimas, adéntrate en el trasbambalinas del universo Gucci. No te la pierdas en pantalla grande.
LA CASA GUCCI es un estreno de Universal Pictures. Ya en cines.
Únete a la conversación usando #LaCasaGucci.
Crítica por Arturo Garibay para TOPCINEMA
Sigue al autor: Instagram | Twitter | Letterboxd