★ ★ ★ ½ | Por Arturo Garibay
Will Smith alza su trofeo histriónico en REY RICHARD: UNA FAMILIA GANADORA, filme en el que interpreta al padre de las hermanas Venus y Serena Williams. La cinta es el gran crowdpleaser del año, cosa que viene con sus propios aciertos y cantinelas. Con todo, es una película de factura accesible que el gran público seguro aplaudirá.
Richard Williams, figura controvertida y mediática, es el personaje central del filme dirigido por Reinaldo Marcus Green. El relato está estructurado como una biopic motivacional, esas que tanto gustan a un amplio nicho de espectadores. En el filme vemos a un Williams determinado a convertir a sus hijas en grandes iconos del deporte blanco, un hombre convencido del potencial de su linaje.
Pensándola desde su factura, REY RICHARD es una película bien hechecita: justo lo que un presupuesto de $50 millones de dólares puede comprar. Entre el cinefotógrafo Robert Elswit (ganador del Oscar por su trabajo en Petróleo sangriento) y el tándem formado por los diseñadores de producción William Arnold y Wynn Thomas nos transportan al ocaso de la década de 1980 y los álbores de los noventa. Te verás plantado en las canchas de tenis y queriendo dar de raquetazos, eso te lo aseguro.
Pero más allá de su factura y su inspiradora historia, REY RICHARD no deja de ser una película de fórmula que, a título personal, me ha causado un par engorros: primero, no he podido dejar de preguntarme si la película hace —o no— apología de un hombre con una personalidad tóxica (interesante, sí; guerrera, sí; pero también tóxica). La película pudo, en ese sentido, ser más crítica o acentuar los claroscuros de Richard Williams con más potencia, sin deslavar continuamente los desatinos del personaje.
En segundo lugar, está el tema de la idea del éxito al modo americano. No es que esté mal celebrar el éxito, por el contrario. Sin embargo, a mí de pronto me cuesta trabajo conectar con ese mindset tan americano, con esa forma gringa de entender el triunfo. Afortunadamente, el filme tiene un final bastante satisfactorio y logra sacudirse un poco los variados clichés a los que recurre para pensar la grandeza.
Lo que sí que es un acierto incontestable es el comentario social del filme: en la industria del deporte, ciertas disciplinas han privilegiado entornos clasistas, racistas y denostativos. El tenis ha sido uno de ellos: no solo es un «deporte blanco» por los uniformes. El filme hace un señalamiento importante sobre la democratización de los deportes y los espacios deportivos. Niguna actividad atlética debería existir solo para el divertimento de los ricos o privilegiados; el talento debería ser la bandera, la puerta de entrada para cualquier atleta en cualquier deporte, y no el límite de crédito de su tarjeta.
Al final, REY RICHARD tiene dos ganadores claros: por un lado, Will Smith, que entra con aplausos a la temporada de premios y respaldado por su calidad de súper estrella (y mira que a mí me ha parecido más rotundo lo que Aunjanue Ellis y Jon Bernthal logran en la película); por el otro, el público, porque REY RICHARD es una pieza accesible, emocionante y que sabe enganchar a sus espectadores. Esta es una de esas pelis que sabes que podrás disfrutar con tus palomitas y tu refrescote, sin que nada perturbe el saque as de Smith.
REY RICHARD: UNA FAMILIA GANADORA es un estreno de Warner Bros. Pictures. En cines desde el 2 de diciembre.
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Crítica por Arturo Garibay para TOPCINEMA
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