Sobria y precisa. Elegante, también. Así es EL CONTADOR DE CARTAS, la nueva película de Paul Schrader, cineasta de una claridad artesanal envidiable. ¡Qué hechura tiene esta pieza! Tras la estupenda FIRST REFORMED (2017), Schrader se asienta en un entorno de casinos y apuestas, pone a Oscar Isaac en la mesa de blackjack y nos invita a presenciar una trama de «no pasa nada» donde en realidad ocurren muchas cosas. Lo rutinario y aparentemente repetitivo es una cubierta: en el interior de los personajes hay infiernos inextinguibles, heridas abiertas y supurantes. La redención, la tortura y la soledad autoinducida hacen sus descartes.
William Tell (Isaac) es un ex militar que pasó varios años en prisión. Fue ahí donde aprendió a contar cartas. Ahora juega cotidianamente en casinos de medio pelo, su filosofía es la de ganar apenas lo suficiente como para no llamar la atención. Y entonces retirarse de la mesa de juego. Su templanza y voluntad son consistentes. Un día, William conoce a Cirk (Tye Sheridan), un chico que parece conocer mucho de su pasado. El joven tiene una propuesta vengativa para nuestro protagonista.
EL CONTADOR DE CARTAS es un largometraje lúdico en los términos de Paul Schrader. El realizador utiliza la atmósfera del universo del apostador para un propósito distinto al que el cine de Hollywood nos tiene habituados. Las cintas de casinos son, normalmente, piezas sobre vicio y tentación. En EL CONTADOR DE CARTAS, Schrader utiliza ese mundo para mejor contarnos un relato de redención y expiación.
Desde la exquisita puesta en cámara hasta el pulido diseño del personaje principal, la película es impecable. En Schader encontramos a un director que entiende de lenguaje cinematográfico, de montaje interno, de las posibilidades de un emplazamiento estático o dinámico de la cámara. El filmmaking de EL CONTADOR DE CARTAS es un deleite. Schrader se reúne con el cinefotógrafo de la ya citada FIRST REFORMED y de DOG EAT DOG (2016) con resultados de aplauso. La lente de Alexander Dynan ha superado ya lo de ser una promesa: merece mucha más atención y muchos más aplausos.
A la factura del filme hay que sumarle el flemático diseño de producción de Ashley Fenton y la envolvente identidad musical que han bordado Robert Levon Been y Giancarlo Vulcano. En serio, la realización es finísima. Shrader ha dirigido una película muy completa.
Además, no hay que dejar de resaltar a Isaac. El actor entrega una actuación de gran madurez interpretativa, confirma su condición de intérprete de gran categoría. Acompañado de una Tiffany Haddish sorprendente —no recuerdo haberla visto transformarse de esta forma—, de un Willem Dafoe que ejerce su oficio y de un Tye Sheridan repelente —que, creo, es algo que demanda el papel—, Isaac asume con entereza el rol estelar bajo la dirección de un tótem, uno de los «Movie Brats» originales.
Alguien me preguntaba si cierto público podría resentir la textura y presentación de EL CONTADOR DE CARTAS, dado que el filme opera con cierta mesura narrativa que contraviene al Hollywood de fórmula. No lo sé, a mí me parece que una vez que entras al relato, te mantiene lo suficientemente intrigado como para entrarle al juego de Schrader, tomar tus cartas y apostar por la odisea de Tell hasta el final.
Estrenada en Venecia y etiquetada por Cahiers Du Cinéma y la National Board of Review como una de las diez mejores películas de 2021, EL CONTADOR DE CARTAS es la clase de pieza que satisfará al cinéfilo exigente, al que goza de ver un pulso autoral como el de Shrader estampar su firma.
EL CONTADOR DE CARTAS es un estreno de Cine Caníbal. Ya en cines.
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Crítica por Arturo Garibay para TOPCINEMA
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