“El cine es siempre verdad”, reflexiona María Rojo, “eso se lo aprendí a Cazals”. La actriz ha atestiguado la evolución y las muchas batallas del cine mexicano. En el marco del sexto Festival Internacional de Cine de Tequila (FICTEQ), Rojo ha sido objeto de tributo, por lo que aprovechó para dar una master class abierta al público en el hotel Solar de las Ánimas de Tequila, Jalisco. “Mi mamá era de decir ‘¿compro pan para cenar o nos vamos al cine?’ y pues mejor íbamos al cine”, recordó la actriz sobre el origen de su fascinación por el Séptimo Arte.

Reconocida y multipremiada a lo largo de su carrera, Rojo se expresa con claridad respecto a los retos y argucias del oficio actoral: “Todo se vale para actuar, te metes en un juego en el que se te va la vida. O te sale o te sale”. Y añade: ““Un actor debe vivir mucho, para poder tener de donde sacar para hacer lo que un director le pida”.

Durante su participación en el FICTEQ, donde se le entregó un reconocimiento a su trayectoria, Rojo insistió en la relevancia que deben tener la verdad y la credibilidad, sobre todo para los talentos emergentes de la industria fílmica: “El chiste de actuar es convencerte a ti misma para poder convencer a los demás”.

El homenaje a Rojo en Tequila fue extensivo para un gran tótem del cine nacional: el cineasta Felipe Cazals† (1937-2021). De tal modo que María no pudo dejar de recordar sus orígenes de la mano del cineasta de referencia.

“Tuve contacto con Cazals desde que hizo CANOA, esa fue la primera película en la que intenté trabajar con él. Llegué a pedirle trabajo en CANOA, hice cola, pero el personaje que podía ser para mí ya estaba dado”, recapitula la actriz y ex senadora. “Luego hice prueba para EL APANDO, pero el papel de la Meche se lo dieron a Ana Martin en primera instancia.”

“Recuerdo que, en aquel momento, me comentaron que alguien había dicho sobre mí: “la que nace pa’ maceta no sale del corredor”, o sea, hasta ahí conmigo. Pero entonces me llamó Ana Martin para decirme que Felipe había cambiado de opinión porque ella se había peleado con él o algo así. De cierta forma, me pasó que llegué de chiripa quedarme en esa película, pero me gustaba mucho ese personaje”.

Fue en aquel momento que la carrera de María Rojo en el cine dio su primer gran paso definitivo… y no solo eso. La actriz encontró a uno de sus más grandes maestros: “Yo a Cazals lo admiraba tanto. Felipe era un director que creaba el silencio en un foro como si fuera un monasterio […] En los rodajes se comportaba con tal seriedad, con tanta seguridad… Felipe es Felipe.”

“Con Cazals no hacías una cosa de más. Era la verdad absoluta, no podías engañarlo. Todos los actores y escritores que trabajaron con Felipe, alcanzaron con él su punto creativo más alto. Felipe nos enseñó [a los actores] a trabajar, me refiero a todos esos actores que son fundamentales hoy para que en México puedas levantar un proyecto de calidad”, sentencia Rojo.

Felipe Cazals es una persona insustituible en el cine mexicano. Es trágico para el cine la pérdida de Cazals”, recuerda la intérprete, quien a lo largo de su carrera trabajó con el autor en filmes como la ya citada EL APANDO, LAS POQUIANCHIS, BAJO LA METRALLA y LAS INOCENTES.

Pero Cazals no fue el único cineasta de su generación que recurrió a la artesanía interpretativa de María Rojo. En su filmografía, al actriz puede presumir que trabajó con los realizadores más relevantes de la época: directores como Jaime Humberto Hermosillo, Paul Leduc, Arturo Ripstein, Jorge Fons, Luis Alcoriza o Alberto Bojórquez, y guionistas como Gabriel García Márquez, quien escribió MARÍA DE MI CORAZÓN y quien la llamaba “La Poquianchita”.

Con humildad, reconoce la importancia que todos esos realizadores tuvieron en su vida y en la construcción de su carrera: “María Rojo no tiene chiste sino hasta que un director le saca una actuación, un guion le da unos diálogos. He trabajado con lo mejor del cine nacional, es increíble lo afortunada que he sido […] Si no, ¿yo qué hubiera hecho? Absolutamente nada”, reflexiona la ganadora del Ariel de Oro en 2020.

Finalmente, Rojo lanza su laudo personal sobre el cine que, para ella, realmente contribuye a crear un vínculo perdurable con el público y con el acervo fílmico nacional. “Las películas en las que puedes ver a través de la creatividad del director, de los actores, de los fotógrafos… esas películas tienen más verdad que cualquier cosa que yo pude haber vivido.” Incluso, Rojo sopesa la osadía del cine de autor de antaño: “Hoy se asustan más con LA TAREA de lo que se asustaban hace 30 años. Hay que darle su justa dimensión a nuestro cine”. Para Rojo, debemos aquilatar lo que las historias del cine mexicano han aportado al confrontar al sistema, a las censuras, al status quo, a la injusticia y a la identidad nacional.

“Yo trabajé con los directores con los que siempre quise trabajar. Tengo alguna carta por ahí de Almodóvar donde me decía que me visualizaba como una actriz para él o propuestas del cine de EEUU, pero yo siempre decía ‘yo ya trabajo con los mejores’. Jamás se me hubiera ocurrido irme a otro lugar a hacer cine. Hice los mejores papeles, con los mejores directores, en la mejor época del cine nacional, en la mejor época cultural”, concluyó.


Encuentra más información sobre el FICTEQ en su sitio oficial.


Texto por Arturo Garibay para TOPCINEMA
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Fotos: CORTESÍA FICTEQ