En este proyecto de cine documental, Daniel Medina, un músico wixárika, lleva a cabo una colaboración con el compositor Philip Glass, en la que por primera vez su música tradicional es interpretada acompañada de un piano. A pesar de no hablar el mismo idioma, Daniel y Philip son capaces de crear un lugar en común donde sus espíritus pueden encontrarse y entenderse; ese lugar es su música. La película, distribuida por Pimienta Films, llega a salas de cine este 17 de noviembre.

Me gustaría que nos contaras, en el momento que tu llegaste a esta historia, o que la historia llega a ti y que decides crearla a partir de un hecho en concreto, ¿tú dimensionaste todo lo que podría representar llevarla a cabo?

En realidad, la historia más que yo encontrarla, me encontró a mí. Todo surgió porque teníamos que grabar un concierto de Philip Glass en Bellas Artes. Con admiración, nos acercamos a este gran director con la intención de conocer su sabiduría tras bambalinas y observar su interacción con otros músicos. Sin embargo, terminamos adentrándonos en un universo completamente distinto al descubrir la relación entre Philip y los músicos wixárikas, Daniel y Erasmo, así como la importancia que Glass otorgaba a su presentación en Bellas Artes. Poco a poco nos dimos cuenta de que su atención estaba en un mundo hasta entonces desconocido para nosotros. Comenzamos a explorar, siguiendo su búsqueda por esa otra música y su significado. Eventualmente, dimos la vuelta a la moneda y nos preguntamos qué representaba para Daniel, para Erasmo y para la comunidad wixárika su colaboración con Philip Glass. Así, lo que pensamos que sería un proyecto de unos meses se extendió a cinco años.

Enrique M. Rizo. Cortesía Pimienta Films

Antes de este proyecto, ¿ya tenías algún acercamiento a la música? Y de ser así o no, ¿qué te enseñó hacer esta película sobre la música en sí misma?

Antes de convertirme en director, mi interés estaba en hacer música. Estudié Tecnología del Sonido y tenía la intención de ingresar a la industria musical. Desde los 15 años, fui melómano. Eventualmente, dejé el ambiente del estudio y me adentré al cine a través de la grabación de sonido. Conecté los micrófonos del estudio con los del set, y así crecí en el cine. Al hacer mi propia película, curiosamente, la música regresó a mi vida de una manera más profunda de lo que hubiera imaginado. La película me enseñó mucho sobre el valor de la música, especialmente al explorar su significado para la cultura wixárika, donde no es un mero bien de consumo. La música tradicional no se realiza solo para estar en un escenario; es parte de su tradición y celebraciones. La aventura de traducirla, mezclarla y editarla fue una locura, un viaje complicado pero maravilloso a este lugar llamado música, como es el título de la película.

La barrera del idioma se podría solventar, con sus complejidades, con la presencia de un traductor. Pero, ¿cómo fue encontrarse con la cosmovisión de esta comunidad, lo que representa su cultura, cómo fue trabajar con ellos y qué retos encontraron?

Fue un shock, creo que de ambos lados. Entendimos que trabajar con un miembro de la cultura wixárika, especialmente en cine, requiere mucha responsabilidad. Si no se aborda de manera correcta, puede generar tensión o fracturas entre nuestros personajes, Daniel y Erasmo, y sus comunidades. Fue un trabajo largo de investigación, siempre acompañados de Víctor Sánchez, el enlace entre Philip y Daniel, quien nos guió en todos nuestros procesos. Hubo mucho ensayo y error; por ejemplo, observamos que las respuestas de Daniel en las entrevistas eran breves cuando se realizaban en español. Sin embargo, al preguntarle en español y permitirle responder en su idioma, las respuestas eran más ricas. Aunque al ver que no entendía su respuesta, surgía otra barrera. Luego, con la ayuda de nuestro intérprete Eligio, expliqué la idea y lo que buscaba, permitiendo que él dirigiera las escenas. Esto hizo que el retrato fuera más honesto y menos superficial.

«Fue mucho trabajo, pero es clara la intención que buscamos retratar, más que la conexión entre dos músicos, la conexión entre dos humanos y al final la música se convierte en este lugar donde ellos dos se entienden y esa fue la meta».

En el documental, se hace hincapié en lo valioso de la escucha, la importancia que tiene entre los músicos pero también con la audiencia. Lo mencionan así: «escuchar es la puerta hacia la música». ¿Qué nos dices de esto?

Es una frase poderosísima, porque escuchar es todo. No se trata solo de dejar que las ondas sonoras entren en tu oído, ya que eso es algo involuntario. Se trata de prestar atención, procesar lo que escuchas y no solo entender mejor la música, sino entender mejor a nosotros mismos y a la naturaleza. Me di cuenta de que la forma de escuchar de Daniel y Erasmo hacia la naturaleza en la cultura wixárika es diferente a la nuestra. Esa forma de escuchar fue lo que atrajo a Philip a su comunidad, la atención y la manera de escuchar a sus deidades. En el documental, intentamos retratar esa forma sonora y visualmente. Está lleno de distintas formas de escuchar y ver, mostrando cómo cada personaje escucha de manera diferente.


Entrevista: Brisa Barbosa